Se habría tratado de un feminicidio, así encontraron el cuerpo: La finca Las Palmitas, en zona rural del municipio de Manatí, Atlántico, se convirtió en el centro de una escalofriante investigación. Allí, las autoridades hallaron el cuerpo de Wilmary Carolina Guerra Montilla, de 32 años, quien desapareció en septiembre de 2023. Su padre, Wilmer Guerra, lideró durante casi dos años una búsqueda incansable que finalmente permitió dar con el predio donde su hija apareció por última vez en un video. Ese terreno, hoy clave en la investigación, habría sido escenario de rituales y del crimen que estremeció al Atlántico.
Gracias a las gestiones personales de Wilmer y la presión constante a las autoridades, se logró la captura del hermano de Franklin Jesús Trillos Yance, administrador de la finca en la época del crimen. El sujeto, hallado tranquilamente en su casa, negó inicialmente su participación. Sin embargo, tras varios interrogatorios por parte del fiscal y los investigadores, accedió a contar una versión de los hechos. Según él, Franklin llegó con Wilmary el 19 de septiembre para realizar un acto de brujería en la finca y luego se trasladaron a otro predio. Afirmó que no volvió a saber de ellos, versión que tanto Wilmer como los agentes consideraron falsa.
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Posteriormente, la presión aumentó y el capturado terminó confesando el sitio donde se hallaba el cuerpo, aunque aseguró que Franklin le habría dado la ubicación exacta. No obstante, el comportamiento del hombre y su precisión para señalar el lugar levantaron sospechas sobre su posible participación directa. El jueves siguiente, el CTI realizó el operativo en la finca. A las 6:00 de la mañana llegaron con antropólogos forenses, ingresaron al lugar y comenzaron la excavación. Tras varios minutos de trabajo, hallaron el cuerpo de Wilmary. El primer indicio fue un brazo, lo que confirmó las peores sospechas.
Este hallazgo cerró un largo capítulo de incertidumbre para la familia Guerra, pero abrió otros frentes en la investigación. El principal sospechoso, Franklin Jesús Trillos Yance, permanece prófugo. Se le atribuyen prácticas de brujería y se sospecha que atrajo a Wilmary con fines rituales. Las autoridades siguen tras su pista, mientras crece la exigencia de justicia. La comunidad clama por resultados contundentes, pues este crimen refleja la vulnerabilidad de las mujeres migrantes y la urgencia de respuestas efectivas del sistema judicial.
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Finalmente, Wilmer Guerra hizo un llamado a las autoridades: pidió mayor compromiso y empatía de quienes investigan estos casos. “Los investigadores deben ponerse en el lugar de las familias. Si decidieron tener ese tipo de trabajo, que lo hagan con amor”, expresó. Su lucha, ejemplo de tenacidad y amor paternal, deja en evidencia que, frente a la indiferencia institucional, la voluntad de un padre puede abrir camino hacia la verdad.
