Schumacher, heptacampeón de la Fórmula 1, sufrió un grave accidente hace once años en los Alpes franceses, un suceso que conmocionó al mundo del deporte y a millones de fanáticos. El accidente ocurrió el 29 de diciembre de 2013, cuando Michael esquiaba en Meribel junto a su hijo Mick. Durante la bajada, Schumacher perdió el control y chocó contra una roca, lo que le provocó un severo golpe en la cabeza. A pesar de llevar un casco, la lesión fue devastadora, llevándolo a sufrir un traumatismo craneal que lo sumió en un coma inducido.
Su condición fue crítica, y tras ser trasladado a un hospital en Grenoble, permaneció en coma durante casi siete meses. Durante ese tiempo, los médicos realizaron múltiples cirugías y tratamientos para tratar de estabilizar su estado. Finalmente, en septiembre de 2014, Schumacher fue trasladado a un centro de rehabilitación en Lausana, Suiza, donde comenzó un largo proceso de recuperación.
Desde su despertar del coma, el estado real de salud de Michael Schumacher ha sido un misterio, pues su familia ha optado por mantener un perfil bajo y compartir información de manera muy limitada. Han enfatizado la importancia de respetar su privacidad y han solicitado a los medios de comunicación y a los fans que comprendan su deseo de mantener en secreto detalles sobre su salud. Esto ha llevado a una especulación constante sobre su estado, con informes contradictorios que surgen ocasionalmente, pero sin una confirmación clara.
En un comunicado emitido en 2019, la familia Schumacher subrayó: “Pueden estar seguros de que sigue en las mejores manos y que hacemos todo lo posible para ayudarle. Por favor, entiendan que respetamos los deseos de Michael y que mantenemos su salud, un asunto tan delicado, en la más estricta privacidad”. Este enfoque ha sido respaldado por amigos cercanos y figuras del automovilismo que han mostrado su apoyo, reconociendo la importancia de permitir a Schumacher y su familia vivir su vida lo más normalmente posible, lejos de la presión mediática.




