En las calles del barrio San Bernardo se siente la huella de lo que alguna vez fue el Bronx de Bogotá, un lugar que se convirtió en sinónimo de peligro y violencia. En 2016, un operativo policial de gran magnitud marcó un antes y un después, dejando a muchos sin hogar y provocando un éxodo hacia San Bernardo. Este barrio, situado en el corazón de la capital, no solo recibió a quienes escapaban del caos del Bronx, sino también a aquellos que deseaban alejarse de la violencia y el narcotráfico que habían invadido sus vidas.
Sin embargo, la llegada de nuevos habitantes no fue la única consecuencia. Bandas criminales también se establecieron en la zona, buscando aprovechar la situación y expandir sus operaciones. La presencia de habitantes de calle, atrapados en el ciclo del consumo de drogas, se hizo más notoria, creando un ambiente donde la necesidad y el delito se entrelazan. Caminar por San Bernardo puede ser una experiencia inquietante, donde la sensación de peligro y la sombra de la muerte parecen estar siempre presentes.
A pesar de la fuerte presencia policial, con 43 agentes por turno, la realidad en San Bernardo es compleja. Los recientes atentados con granadas son un claro indicativo de que la lucha entre bandas, como los Venecos y los Costeños, ha escalado a niveles alarmantes. Este conflicto no solo afecta a los residentes del barrio, sino que también representa una amenaza para el resto de la ciudad.
La historia de San Bernardo no es nueva; tras la operación Némesis, muchos líderes criminales se dispersaron y, con la llegada de bandas venezolanas en 2019, la situación de seguridad se deterioró aún más. Los ataques violentos, incluidos los horrendos «embolsados», han dejado un rastro de sangre y miedo en la ciudad. La lucha por el control del narcotráfico ha transformado este emblemático barrio en un campo de batalla, y las advertencias sobre lo que podría venir son cada vez más preocupantes. La reconfiguración de estas bandas criminales sugiere que lo peor aún está por llegar, y la lucha por el control de San Bernardo es solo una parte de un problema mucho más grande que afecta a Bogotá.



