Así como las personas aprenden a evitar peligros después de una mala experiencia, el mosquito Aedes aegypti también puede cambiar su comportamiento cuando ha estado expuesto a insecticidas. Esto se llama resistencia por comportamiento: el insecto identifica olores o señales que asocia con el químico y evita volver a acercarse.
Algunos estudios han demostrado que, después de estar expuesto varias veces a pequeñas dosis que no lo matan, este mosquito puede «aprender» a sobrevivir. Por ejemplo, un estudio publicado en Scientific Reports (2022) mostró que solo el 15 % de los mosquitos que ya habían tenido contacto con sustancias como deltametrina o malatión se atrevieron a cruzar una red tratada con estos químicos. En cambio, más del 50 % de los que no habían estado expuestos antes sí lo hicieron.
Este tipo de resistencia puede aparecer en pocos días y no necesita cambios genéticos, lo que la hace una forma de adaptación muy rápida. Además, se han detectado otros cambios en su comportamiento para evitar los insecticidas:
- Evita descansar en superficies tratadas con insecticida.
- Modifica su horario de actividad para alimentarse en momentos en que la protección química es menos efectiva.
- Se aleja activamente de las áreas tratadas, reduciendo el contacto con el producto tóxico.
Esta adaptación evidencia que las estrategias tradicionales de control basadas en insecticidas tienen un impacto puntual y resultan efectivas principalmente en contextos de brote, situación que actualmente no se presenta en el distrito. Por tanto, la fumigación excesiva en ciertas zonas podría favorecer que el mosquito transmisor del dengue desarrolle resistencia a los insecticidas.




