En una cumbre realizada en Moscú, los presidentes de Rusia y China firmaron una serie de acuerdos estratégicos que fortalecen sus relaciones económicas y comerciales, en respuesta a las sanciones impuestas por Occidente. El paquete incluye la ampliación de exportaciones energéticas rusas hacia China y cooperación tecnológica mutua.
Analistas internacionales ven en este acercamiento una consolidación del bloque euroasiático frente a la hegemonía occidental. Mientras tanto, países como Estados Unidos y miembros de la OTAN observan con cautela esta alianza que podría alterar el equilibrio geopolítico global.
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