Rusia se alinea con Venezuela: “listos para responder” ante amenazas de EE.UU.

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En los últimos días, la diplomacia de Rusia ha reconocido públicamente que mantiene comunicaciones con Venezuela en el contexto de lo que Moscú entiende como una creciente presión militar norteamericana en la región del Caribe.

El 30 de octubre de 2025, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, afirmó: «Apoyamos al liderazgo de Venezuela en la defensa de su soberanía nacional… Estamos listos para responder apropiadamente a las solicitudes de nuestros socios ante amenazas emergentes».

Contexto geopolítico

Desde hace meses, los Estados Unidos han incrementado su presencia militar en aguas del Caribe y el Pacífico oriental como parte de una campaña declarada contra el narcotráfico. Según datos oficiales mencionados por la prensa rusa, dicha campaña habría interceptado al menos 14 embarcaciones y provocado la muerte de 61 personas en operaciones recientes. En respuesta, Rusia denunció el uso “excesivo” de fuerza militar por parte de Washington.

Ante esta escalada, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha elevado formalmente solicitudes de apoyo militar a Moscú, así como también a China e Irán. Los documentos filtrados al diario The Washington Post indican que Maduro pidió a Rusia la entrega de misiles, el reacondicionamiento de cazas Sukhoi Su-30MK2, radares, motores e incluso planes de financiamiento de tres años para esa asistencia.

Históricamente, Rusia y Venezuela firmaron un acuerdo de asociación estratégica el 7 de mayo de 2025, cuando Vladimir Putin y Nicolás Maduro se encontraron en Moscú. Allí se comprometieron con cooperación en energía, comercio, defensa y diplomacia.

¿Qué significa para la región?

La admisión rusa de contactos con Venezuela abre múltiples implicaciones:

  • Para Washington, supone un desafío directo, al enfrentar la posibilidad de que sus operaciones de control marítimo y antinarcóticos sean interpretadas por Caracas y Moscú como preparación de una intervención o amenaza directa a la soberanía venezolana.
  • Para Caracas, refuerza su discurso de victimización frente a lo que denomina “agresión imperial” y legitima sus gestiones internacionales en busca de apoyo militar externo.
  • Para Moscú, representa una ficha más en el tablero global de confrontación con Occidente. Aunque sus recursos estén comprometidos en otros frentes —notablemente en la guerra en Ucrania—, el vínculo con Venezuela le brinda influencia adicional en América Latina. Simultáneamente, la voluntad rusa de proveer armas o sistemas avanzados no está clara. Expertos estiman que Moscú podría tener interés limitado o capacidad reducida para asumir un compromiso mayor en la región.

Riesgos y escenarios futuros

Entre los posibles desarrollos se encuentran:

  • Escalada militar: una intervención de EE.UU. en Venezuela, aunque improbable por ahora según analistas, podría activar los compromisos rusos y generar un escenario de confrontación indirecta.
  • Armas y tecnología: si efectivamente Rusia o Irán suministran sistemas antiaéreos, drones de largo alcance o radares a Venezuela, cambiaría la ecuación de seguridad regional.
  • Diplomacia y sanciones: tanto EE.UU. como sus aliados podrían reforzar sanciones y alianzas regionales para aislar a Caracas. Por su parte, Rusia buscaría asegurar sus inversiones, acceso a recursos energéticos y presencia estratégica.
  • Impacto latinoamericano: otros países de la región observan con cautela. La profundización de alianzas con potencias extra-regionales podría reconfigurar antiguos centros de influencia hemisférica.

Conclusión

La frase “contactos ante eventual amenaza” resume la tensión actual: Rusia muestra disposición a respaldar a Venezuela si la presión militar de EE.UU. se materializa, aunque no ha anunciado acciones concretas. El gesto diplomático en sí ya modifica el panorama estratégico de América Latina, obligando a todos los actores a revisar sus posiciones, alianzas e hipótesis de conflicto. En este tablero, las aguas del Caribe ya no sólo son ruta de drogas o migrantes: se han vuelto teatro simbólico de grandes potencias.


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