El ejército ruso incrementó en las últimas horas sus bombardeos sobre posiciones ucranianas en la región oriental de Donetsk, en un intento por avanzar hacia la estratégica ciudad de Pokrovsk, uno de los últimos bastiones bajo control de Kiev en la zona. Según el Estado Mayor ucraniano, las fuerzas rusas emplearon artillería pesada, drones kamikaze y misiles tácticos en una ofensiva que ha dejado decenas de muertos y heridos, además de un considerable daño a la infraestructura civil. Los enfrentamientos más intensos se reportan en las localidades de Avdiivka y Krasnohorivka, donde las tropas ucranianas resisten bajo condiciones extremadamente difíciles.

El Ministerio de Defensa ruso afirmó que sus operaciones buscan “neutralizar posiciones hostiles y consolidar territorios liberados”, mientras Kiev denuncia una nueva fase de ataques indiscriminados contra zonas residenciales. Las autoridades ucranianas han pedido a la comunidad internacional que acelere el envío de municiones y sistemas antiaéreos para contener los ataques, en medio de una disminución en la ayuda militar occidental. La situación humanitaria en Donetsk se agrava, con miles de personas desplazadas y hospitales que operan al límite de su capacidad.
Estados Unidos y la Unión Europea reiteraron su respaldo político a Ucrania, pero no anunciaron nuevas entregas de armamento significativo. Analistas militares advierten que, si Rusia logra consolidar su control sobre el corredor oriental, podría reforzar su posición de negociación en un eventual diálogo de paz. Mientras tanto, la población civil se mantiene atrapada entre los bombardeos y la escasez de recursos, en uno de los frentes más devastados del conflicto.




