¿RUPTURA REAL O SHOW?

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Johana Aranda y Andrés Hurtado se distancian tras la entrega de las piscinas, pero niegan crisis.

El pasado 25 de abril, en medio de luces, aplausos y discursos efusivos, Johana Aranda y Andrés Hurtado se mostraron como una pareja política unida durante la entrega de las piscinas remodeladas de la Unidad Deportiva de la calle 42. Pero detrás del espectáculo, que algunos calificaron de “fiesta de traqueto”, se cocinaba un quiebre silencioso. Las tensiones estallaron cuando Aranda mencionó al exalcalde Guillermo Alfonso Jaramillo, lo que no gustó a Hurtado, quien además habría exigido protagonismo excesivo en los videos oficiales producidos por la Oficina de Comunicaciones.

Lo que siguió fue una oleada de despidos abruptos: salieron Magda Herrera, abogada cercana a ambos; Jhonatán Suárez, primo de Hurtado y secretario de Infraestructura; y Juan David Ortiz, estratega clave del hurtadismo. Ninguno recibió explicaciones. En medios, Aranda dijo que no toleraría “holgazanes”, pero la versión no convenció. La narrativa de una Alcaldesa “independiente” comenzó a tambalear.

Algunas fuentes aseguran que el quiebre fue real. Una conversación privada habría desatado el conflicto: Hurtado le reclamó a Aranda que ella y su esposo, Juan Arturo Gutiérrez, intentaban quedarse con el control absoluto de la Administración y le exigió que le devolviera el dinero invertido en campaña. El reclamo dejó huella. Aunque Aranda intentó sacar a sus viejos jefes, el costo político y financiero de esa ruptura parece haberla obligado a recular.

La semana pasada se confirmó el retorno de Magda Herrera, no al Palacio Municipal, sino como secretaria General del IBAL, entidad dominada por Erika Palma, ficha directa de Hurtado. También se rumora que Juan David Ortiz será reubicado mediante contratos en Ibagué Limpia y el Imdri, asumiendo de nuevo el rol de jefe de comunicaciones del exalcalde.

“Johana no tiene cómo pagarle a Hurtado en este momento. Seguirán juntos, como esos matrimonios por conveniencia que no se divorcian por los hijos”, dijo un alto funcionario. Mientras tanto, desde el entorno de Aranda y el círculo mediático hurtadista se intenta negar cualquier crisis. Pero los movimientos burocráticos y la reorganización interna hablan por sí solos.

El tiempo dirá si se trata de una separación irreversible o un acto más en la telenovela del poder local. Por ahora, ambos callan y sus redes se llenan de mensajes ambiguos mientras sus clientelas esperan, con vela en mano, que la pareja no se rompa.

Algunos concejales y líderes comunales comienzan a preguntarse si este juego de poder afectará el ritmo de la administración y el cumplimiento del plan de desarrollo. Aunque las peleas internas aún se manejan con guantes de seda, el riesgo de un gobierno paralizado por intereses cruzados ya es tema de conversación en los pasillos del Concejo y en las juntas de acción comunal.


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