Desde su llegada como canciller encargada el pasado 9 de julio, Rosa Yolanda Villavicencio puso en marcha una reestructuración en el Ministerio de Relaciones Exteriores que ha sacudido los cimientos del Palacio San Carlos. Lejos de ser una simple transición administrativa, las decisiones de Villavicencio desplazan al círculo de confianza de la exministra Laura Sarabia y reconfiguran el tablero político interno de la cartera. Rosa Villavicencio remece Cancillería: saca fichas de Laura Sarabia y mueve piezas.
Aunque se trata de un encargo, los movimientos sugieren que Villavicencio no planea una gestión breve. Por el contrario, su ofensiva estratégica incluye la salida de figuras clave, la llegada de rostros cercanos a Alfredo Saade, y el control de áreas sensibles como la Secretaría General y Talento Humano.
Secretaría General y cargos clave: los primeros peones en salir
Uno de los movimientos más significativos fue el relevo de Lucy Edrey Acevedo en la Secretaría General. En su lugar llegó Elvira de las Mercedes Sanabria, quien ha trabajado con la jefatura de despacho de Presidencia y es vista como ficha de Saade. Sanabria ya firmó el convenio de pasaportes con la Imprenta Nacional, un tema de alta sensibilidad en la Cancillería.

También salió Luz Ángela Cendales, figura cercana a Sarabia y exfuncionaria del Dapre. Su reemplazo es Carlos Arley Orozco Gómez, exdirigente del Partido Verde y nuevo director de Talento Humano. A estos cambios se suman movimientos en áreas como TIC, la Dirección de América y Oceanía, así como múltiples coordinaciones.
En total, Villavicencio ya evalúa al menos 18 cargos directivos, en lo que fuentes internas califican como una limpieza silenciosa de todo lo que oliera a Sarabia.
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Sarabia pierde influencia y crecen rumores de continuidad para Villavicencio
Los movimientos no solo reconfiguran la estructura, también reflejan la fractura interna entre Villavicencio y Sarabia. Cuando compartieron ministerio —una como canciller y la otra como viceministra— la relación fue tensa. Villavicencio sentía que no tenía margen para decidir ni para armar equipo propio. Ahora, con la silla principal en sus manos, toma decisiones con autonomía y sin concesiones.
La salida de Daniel Ávila, exviceministro y hombre de confianza de Sarabia, fue el primer golpe. Ávila manejaba la relación con EE.UU. y su salida marcó el fin de una etapa. La llegada de Villavicencio encendió alertas en la Casa de Nariño, donde algunos creen que podría quedarse más tiempo del previsto.

Mientras tanto, se mantiene en el aire la pregunta sobre quién tomará la Cancillería en propiedad. Aunque se rumoró el nombre de Armando Benedetti, todo indica que Villavicencio gana fuerza dentro del Gobierno. Y mientras define su rumbo, ya mueve las piezas con determinación.




