En un caso verdaderamente impactante, Jairo Giraldo, un hombre de la tercera edad, enfrenta una situación desgarradora al revelar que su propia hija, Katherine Giraldo, le robó la suma de $62 millones 500 mil de su pensión y, ante el reclamo, él y su yerno, Johan Guarnizo, lo agredieron físicamente. La historia comenzó cuando Jairo, confiando en el vínculo familiar, le pidió a su hija que guardara el dinero proveniente de su pensión, otorgándole la responsabilidad de gestionar sus finanzas.
Conflicto
El gesto paternal de Jairo de regalarle $2.5 millones a Katherine como muestra de confianza se convirtió en el inicio de un calvario. A medida que los días transcurrían, Katherine solicitó préstamos a su padre para supuestos negocios y proyectos de su esposo, alegando necesitar entre 8 y 12 millones de pesos en distintas ocasiones.
Deudas
La situación se agravó cuando le pidió a Jairo un préstamo de 10 millones para invertirlos en el negocio de su esposo, quien, según Jairo, estaba involucrado en prácticas de préstamos informales conocidos como ‘gota a gota’. Cuando el anciano necesitó parte de su dinero para comprar una moto y cubrir otras necesidades, Katherine le informó que ya no disponía de esos fondos, ya que los había invertido.
Preocupación
Desesperado, Jairo rogó a su hija y yerno que le devolvieran el dinero, incluso ofreciendo aceptar pagos con intereses en un plazo de seis meses. Sin embargo, la respuesta fue la negación total, el bloqueo de comunicación y el desentendimiento por parte de Katherine y Johan.
Reclamo
Ante la falta de opciones, Jairo se dirigió a la residencia de su hija para reclamar lo que era suyo, resultando en una violenta agresión por parte de Johan Guarnizo, quien lo hizo caer al suelo, dejándolo sin el dinero y con lesiones físicas. Jairo Giraldo tomó la decisión de interponer una denuncia formal ante las autoridades correspondientes, exponiendo la traición y maltrato sufrido a manos de su propia hija y yerno.
Lazos
Jairo Giraldo, en un acto de valentía, compartió su experiencia para alertar a otros padres sobre la posibilidad de ser víctimas de situaciones similares, recordando a la sociedad que la confianza familiar no siempre es garantía de integridad y respeto. Este inusitado caso pone de manifiesto la vulnerabilidad de los lazos familiares frente a la avaricia y la deslealtad, subrayando la necesidad de un análisis más profundo sobre la protección de los derechos de los adultos mayores en situaciones de abuso financiero.




