Robo en el centro

Un hombre que se hacía pasar por recolector de café protagonizó un insólito hurto en una relojería.
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El centro de Pitalito volvió a ser escenario de un hecho delictivo que ha causado indignación entre comerciantes y ciudadanos. Un sujeto, que se presentó como recolector de café, aprovechó un descuido del dependiente de una relojería para cometer un hurto a plena luz del día.
El individuo, que se encontraba “esperando que alguien lo llevara a una finca”, según dijo al ingresar, fingió interés en los productos exhibidos, mientras evaluaba el momento exacto para actuar. Cuando el vendedor se distrajo, el hombre abrió una vitrina y tomó una cadena de oro, saliendo luego con total calma del establecimiento.

Cámaras captaron

El hecho fue captado por cámaras de seguridad que ya están en poder de las autoridades. En las imágenes se observa claramente cómo el sospechoso manipula el mostrador y guarda el objeto antes de abandonar el lugar.
El mayor Hedel Duckley García Medina, comandante del Distrito de Policía Pitalito, informó que se avanza en la identificación del responsable y que se recopilan testimonios de los testigos.
“Se están verificando los videos y cotejando la información con registros de posibles recolectores que hayan llegado recientemente al municipio”, señaló el oficial.

El caso encendió las alarmas entre los caficultores de la región, quienes manifestaron su preocupación por la presencia de supuestos trabajadores que podrían estar aprovechando la temporada de cosecha para cometer delitos.
Autoridades y líderes gremiales recomiendan verificar referencias laborales y antecedentes antes de contratar personal temporal.

Un falso recolector

El alias “El Recolector” ya circula entre comerciantes y habitantes del Valle de Laboyos como símbolo de un engaño bien calculado. Aunque el monto del robo no fue alto, el episodio deja en evidencia la vulnerabilidad de los negocios locales y la necesidad de mayor control y vigilancia en el sector céntrico de la ciudad.

El supuesto jornalero desapareció sin dejar rastro, pero su imagen quedó grabada. En Pitalito, la confianza volvió a ser víctima, y el mensaje es claro: no todo el que dice venir a trabajar llega con buenas intenciones.


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