Los puntos de vista pueden llegar a conversaciones álgidas que terminen en discusiones, y si los humos se suben demasiado rápido, se llega a una pelea o riña. Pero, en ocasiones exageradas, pero no por ello menos cotidianas, terminan como el caso de Cristian Saavedra, terminan con un muerto. La situación ocurrió en un corregimiento de Buga conocido como La Habana, el cual es una zona rural que ha sido casa de asesinatos en los últimos días, y hoy se suma una nueva víctima.
Allí el joven Saavedra tenía una discusión acalorada con otro hombre sobre un tema banal (según testigos de la zona, parecía que fuera un altercado personal).Cuando se desenfunda un arma de fuego, no se discute contra el susurro de la pólvora, el “boqui frio” siempre gana estas discusiones cuando sus palabras son la bala que atravesó la zona pectoral de Cristian, quien, con dolor y mientras se tocaba la herida, caía desplomado en el suelo sangrante. El ambiente enmudeció, una herida sutil y contundente acabo al instante con su vida.
Los testigos de la zona, solo pudieron llamar a las autoridades mientras intentaban auxiliar al cadáver que tenían al frente. Las autoridades fueron eficaces y eficientes, llegaron a la escena del crimen para hacer el macabro ritual de: acordonar el área e inspeccionar los objetos claves tomando muestra, mientras Medicina Legal cubre con sabanas blancas una masa de carne que minutos antes estaba gritando lleno de vida, para llevarlo a una necropsia y llenar papeles burocráticos que examinaran una causa de muerte casi deducible, pues hay 9mm de plomo metido entre pecho y espalda. Paralelamente, afuera del Kiosco de Caliche, las autoridades apresan al responsable de la detonación, y es levado al instante a la estación de policía de Buga.




