Esta fue la primera reunión cara a cara entre Putin y Trump desde el inicio del conflicto en 2022 y se interpretó como una señal de normalización en las relaciones bilaterales, pese a no alcanzar ningún acuerdo concreto. Desde la perspectiva rusa, la recepción cálida de Trump, como el paso por la alfombra roja y la ausencia de sanciones fue vista como una victoria política para Putin.
Durante una cumbre celebrada el 15 de agosto de 2025 en Anchorage, Alaska, el presidente ruso Vladimir Putin exigió que Ucrania cese todas sus operaciones en Donetsk y Luhansk como condición para poner fin a la guerra. A cambio, propuso congelar el frente militar en otras áreas, especialmente en Jersón y Zaporiyia. Además, Putin demandó el reconocimiento formal de la soberanía rusa sobre Crimea, la eliminación de sanciones, una prohibición para que Ucrania se una a la OTAN y derechos para el idioma ruso y la Iglesia Ortodoxa Rusa dentro de Ucrania.
Donald Trump comunicó la propuesta a Volodímir Zelenskiy, quien lo rechazó de plano, calificando la concesión de territorios como una rendición inaceptable. En un giro diplomático, Trump abandonó su insistencia previa en un alto el fuego antes de cualquier acuerdo, apoyando en cambio la idea de avanzar directamente hacia un acuerdo de paz, aunque subrayó que Ucrania debe aceptar los términos; en respuesta, líderes europeos reforzaron su respaldo a Ucrania, exigiendo garantías sólidas de seguridad y rechazando cualquier cambio territorial impuesto por la fuerza.
