En un momento clave para la política local, la concejala Lourdes Mateus sorprendió al Concejo de Neiva al presentar, este 15 de julio, su renuncia irrevocable a la Primera Vicepresidencia de la corporación. Su decisión se oficializó justo cuando la plenaria se disponía a debatir la elección del nuevo contralor municipal, una de las designaciones más sensibles del poder público local.
El documento radicado ante la Mesa Directiva señala “razones estrictamente personales y de la colectividad política”, sin ofrecer mayores detalles. Sin embargo, su dimisión se convirtió de inmediato en el epicentro de análisis y lecturas en los pasillos del cabildo, donde se habla de un claro reacomodo estratégico en medio de una contienda institucional de alto voltaje.
Si bien la renuncia no está acompañada de denuncias, roces ni críticas públicas, su oportunidad y contexto han dado pie a múltiples interpretaciones. Para algunos sectores, se trata de un acto de coherencia política; para otros, de un movimiento inteligente para evitar quedar en medio de pugnas por el control del órgano fiscalizador.
Lourdes Mateus, quien ha representado una voz firme y crítica en el Concejo, decide así tomar distancia de la Mesa Directiva sin abandonar su curul. “No es un retiro, es una redefinición de rol”, aseguran fuentes cercanas.
Impacto en la elección
La vacante en la Vicepresidencia deberá ser tramitada de acuerdo con el artículo 48, numeral 14, del reglamento interno, y sometida a votación en la próxima sesión plenaria. Entretanto, el Concejo se alista para una jornada decisiva donde se definirá el futuro del control fiscal en Neiva.
En este escenario, la salida de Mateus modifica el mapa de equilibrios y puede afectar alianzas. Su ausencia en la Mesa podría liberar votos, reformular mayorías y condicionar candidaturas al cargo de contralor.
Lejos de interpretarse como una retirada, la renuncia de Lourdes Mateus puede leerse como un paso calculado en un tablero donde las piezas se mueven con cautela. Su permanencia como concejala le permite seguir influyendo desde la discusión y el voto, sin asumir el peso institucional de la dirección política del Concejo.
Por ahora, lo que queda claro es que en Neiva nada está quieto. Y que detrás de cada decisión personal, hay también una dosis inevitable de estrategia. Porque en política, a veces, renunciar también es una forma de liderar.




