La relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos vive uno de sus momentos más delicados. Así lo aseguró el encargado de negocios (e) de EE. UU. en Bogotá, John McNamara, al manifestar que “el estado de la relación bilateral ha estado más tenso que nunca”.
Tensiones y diferencias: un diagnóstico franco
McNamara no ocultó su preocupación por las recientes divergencias públicas entre los gobiernos de EE. UU. y Colombia: “hemos tenido un tire y afloje en público, algo que no es ideal”, dijo, reconociendo que esas disputas han sido ampliamente visibles.
Pero también fue enfático en un punto: “el lazo fundamental que une a nuestros dos pueblos nunca va a romperse. Ni la misma Rosario Tijeras podría cortar la relación”, afirmó con una metáfora contundente que busca transmitir solidez más allá de las fricciones.
A su juicio, aunque existen diferencias claras con el Gobierno de Gustavo Petro, hay valores compartidos que sostienen la alianza bilateral: instituciones democráticas, libertad de prensa y mecanismos de control democrático.
Cooperación en temas clave: seguridad, narcotráfico y comercio
McNamara identificó los temas que hoy están en el centro del desencuentro, pero también los vectores de cooperación. Entre los desafíos comunes mencionó el narcotráfico transnacional, la corrupción, la migración y el terrorismo.
En materia de extradiciones, destacó que la relación ha sido fuerte: “hasta hoy tenemos una relación y un compromiso de extradiciones bastante fuerte y exitoso”, dijo. Por ejemplo, el año pasado, Colombia habría permitido la extradición de 169 personas buscadas por la Justicia estadounidense.
Sin embargo, el diplomático no tuvo reparos en hacer autocrítica sobre la lucha antinarcóticos en Colombia: señaló que “los resultados … no han sido los mejores” y citó datos de Naciones Unidas según los cuales hay más hectáreas dedicadas a cultivos de coca que nunca, con una producción que podría alcanzar hasta 3.000 toneladas.
En el ámbito comercial, McNamara resaltó que el intercambio entre ambos países es sólido y saludable: EE. UU. sigue siendo el principal socio comercial de Colombia, y el Tratado de Libre Comercio (TLC) ha permitido un comercio relativamente balanceado.
Sanciones, OFAC y política
Uno de los focos de tensión ha sido la implicación del Tesoro de EE. UU. a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). McNamara defendió estas medidas como decisiones técnicas, no políticas: “esa es una decisión técnica basada en nuestras leyes y en hechos reales”, dijo, en relación a la inclusión de figuras del entorno de Petro en la llamada “Lista Clinton”.
Al ser preguntado sobre si Petro podría ser removido de esa lista, el embajador aclaró que él no tiene control sobre esas decisiones: “yo no controlo la lista OFAC y no estoy en una posición de decir u opinar al respecto”, enfatizó.
Señales de acercamiento diplomático
A pesar de las fricciones, hay gestos que indican que ambos países están buscando recomponer puentes. Por ejemplo, una reunión reciente entre Gustavo Petro y John McNamara, junto al embajador colombiano en EE. UU., Daniel García-Peña, fue descrita por la Cancillería como “el primer paso para superar el impasse” diplomático.
Según el comunicado oficial, el diálogo fue “franco y constructivo”, y se acordó mantener nuevas reuniones para encontrar soluciones conjuntas.
Por su parte, la canciller colombiana Rosa Villavicencio ha subrayado su interés por “armonizar las relaciones” con EE. UU., incluso en medio de la crisis, destacando el compromiso colombiano con la cooperación en seguridad y lucha contra el narcotráfico.
Conclusión: una relación frágil pero no rota
En resumen, las declaraciones de McNamara reflejan una realidad potente: la relación Colombia-Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más tensos en años, marcada por disputas públicas, sanciones y críticas mutuas. Pero al mismo tiempo, el embajador apuesta por la continuidad de la alianza, sustentada en valores compartidos, cooperación en temas estratégicos y un diálogo que, aunque complicado, no está roto.
El reto para ambas partes será traducir los gestos diplomáticos en acciones concretas para restablecer la confianza y avanzar en agendas claves como seguridad, comercio y gobernabilidad.

