Reforma agraria vs. ambiente

La urgencia de avanzar en la redistribución de tierras choca con el deber de proteger ecosistemas.
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El anuncio de acelerar la reforma agraria en el Huila encendió un debate que va más allá de la redistribución de tierras. Mientras el Gobierno insiste en cumplir con su promesa histórica de entregar predios a campesinos y asociaciones rurales, ambientalistas y comunidades advierten sobre los riesgos de hacerlo en zonas con alta fragilidad ecológica. La encrucijada es evidente: ¿cómo responder a la deuda social sin agravar la crisis ambiental que ya golpea al departamento?

Ecosistemas bajo presión

El Huila alberga áreas de importancia estratégica como páramos, zonas de recarga hídrica y corredores de biodiversidad. Sin embargo, varias de estas tierras coinciden con predios identificados para procesos de adjudicación. Expertos en medio ambiente han alertado que el afán de cumplir metas de redistribución puede derivar en la ocupación de espacios que cumplen funciones vitales para la regulación del agua y la mitigación del cambio climático. “No se puede hablar de justicia social destruyendo lo poco que nos queda de equilibrio ambiental”, han señalado organizaciones locales.

Campesinos

Del otro lado están las familias campesinas, históricamente marginadas, que reclaman acceso a tierras productivas como garantía de subsistencia. Para ellos, el discurso ambiental no puede convertirse en excusa para postergar una deuda que ya supera décadas. “Necesitamos tierra para sembrar, no discursos que nos dejen en la misma pobreza”, expresan líderes agrarios que ven con escepticismo la lentitud de los procesos y la burocracia que los acompaña.

El dilema político

El choque no es solo ambiental y social, también es político. La ministra de Agricultura y el Gobierno Nacional han defendido la urgencia de avanzar en la redistribución, mientras sectores académicos y ambientales exigen mayores estudios técnicos y delimitaciones claras. En el centro del debate está la credibilidad de una reforma agraria que busca ser justa, pero que corre el riesgo de convertirse en un conflicto entre campesinos y defensores del medio ambiente, en lugar de ser una herramienta de reconciliación.

Futuro en juego

La discusión no admite dilaciones: el Huila necesita soluciones que concilien producción y conservación. Ignorar el componente ambiental pondría en jaque la sostenibilidad del departamento, pero desconocer la deuda social perpetuaría la desigualdad en el campo. El reto es diseñar un modelo que garantice acceso a la tierra sin hipotecar los recursos naturales. De lo contrario, la reforma agraria podría terminar siendo recordada no como un acto de justicia, sino como la sentencia de ecosistemas vitales para la región.


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