La nota señalaba que el señor Torres estaba atravesando una situación crítica de salud debido a una supuesta negligencia por parte de la nueva EPS. Sin embargo, el propio señor Torres ha manifestado que la atención por parte de la EPS fue adecuada, cercana y efectiva, y que la molestia real surgió por el trato recibido en un episodio puntual por parte de una médica en el hospital, no por fallas sistemáticas del sistema de salud ni de la EPS.
En su relato, el señor Torres expuso que:
- Ha recibido atención oportuna en el centro de salud de Iza, y que, incluso en el episodio más reciente de salud, fue atendido en urgencias de Sogamoso sin dilación.
- El malestar se generó únicamente por la decisión de una médica del hospital que, de forma arbitraria, ordenó su alta médica pese a que él manifestaba sentirse aún en mal estado, con sonda y tratamiento inconcluso.
- La EPS no tuvo responsabilidad en esta situación específica, sino que, por el contrario, ha cumplido con sus funciones durante su proceso de salud.
- El propio señor Torres reconoció que algunas publicaciones hechas por colegas y amigos suyos, generaron un efecto “teléfono roto”, en el que varias versiones circularon sin verificar su exactitud.
A partir de este testimonio directo, rectificamos de manera completa la información publicada. Reiteramos que:
- La nueva EPS no incurrió en negligencia médica hacia el señor Darío Torres.
- La publicación no fue verificada con la fuente directa, El pasado 12 de junio publicamos una nota titulada “Negligencia de una EPS lo tiene en estado crítico”, en la que se hacía referencia al señor Darío Torres, ex camarógrafo de Noticias Uno y actual residente en Iza, Boyacá.
- Tras haber escuchado directamente al señor Torres y contrastado su testimonio, aclaramos que la información publicada en dicha nota no correspondía con los hechos reales ocurridos y que, por tanto, la publicación incurrió en inexactitudes que lamentamos profundamente, lo cual constituye un error que reconocemos.
Pedimos disculpas al señor Darío Torres por cualquier afectación generada a su imagen o buen nombre, y a nuestros lectores por haber difundido una información que no cumplía con los estándares de verificación y responsabilidad editorial que nos esforzamos por mantener.
Desde este momento, la versión corregida y actualizada de los hechos será la única válida en nuestro medio, basada en el testimonio completo que el señor Torres nos compartió de forma clara, detallada y respetuosa.
¿QUÉ FUE LO QUE REALMENTE OCURRIÓ?
El señor Darío Torres, camarógrafo de amplia trayectoria y actualmente habitante de Iza, Boyacá, accedió amablemente a una entrevista en la que relató, paso a paso, cómo ocurrieron los hechos que involucraron su estado de salud y su atención médica. En sus palabras, el trato recibido por la nueva EPS fue oportuno y adecuado desde el primer momento.
Contrario a lo que señalaba erradamente nuestra publicación, la EPS le asignó atención en el centro de salud de Iza, un lugar que describió como eficiente, cercano y funcional. Según él, allí no hay demoras para recibir consulta general, se entregan medicamentos con agilidad y el sistema funciona “como si uno llegara a casa de un amigo”.
El problema médico comenzó cuando, de manera súbita, el señor Torres presentó una retención urinaria severa. Tras soportar un dolor intenso durante más de un día, decidió acudir a urgencias en el hospital de Sogamoso, donde recibió una primera atención adecuada: fue recibido sin trabas, se le practicaron procedimientos inmediatos como la instalación de una sonda, y se inició tratamiento antibiótico.
Hasta ese punto, todo funcionó correctamente. Sin embargo, el lunes siguiente —día festivo— no se encontraba disponible un urólogo, por lo que se le indicó esperar al martes. A pesar de la espera, el especialista nunca llegó, y fue entonces cuando se produjo el hecho que motivó su inconformidad: una médica internista, decidió unilateralmente darlo de alta.
El señor Torres relató que expresó su malestar, su debilidad y los efectos secundarios que sufre al consumir antibióticos por vía oral. A pesar de ello, recibió la orden de abandonar el hospital, aún con la sonda puesta, y en medio de un tratamiento sin completar. Según sus palabras, el trato recibido por la médica fue autoritario, insensible y despectivo, al punto de decirle frases como: “Eso no es nada. Se va porque yo lo ordeno” y “hay gente que vive años con esa sonda”.
Ni él ni su esposa estaban de acuerdo con esa decisión, pero finalmente salieron del hospital por temor a ser retirados por la fuerza, según lo que les dio a entender el personal.
Una vez en casa, se enfrentaron a largas filas y trámites desgastantes para la autorización de medicamentos, lo cual se convirtió en una carga adicional, sobre todo considerando su estado físico y el dispositivo médico que aún tenía instalado.
Este fue el núcleo de su molestia: no una negligencia de la EPS, sino la deshumanización en la atención médica recibida por parte de un miembro del personal profesional del hospital.
Posteriormente, como él mismo relató, publicó un mensaje en sus redes sociales en el que explicó su experiencia. Ese post fue replicado por colegas y amigos suyos —periodistas y camarógrafos—, lo que generó presión sobre la EPS. A raíz de esto, y de la confusión entre los hechos, se tergiversó el mensaje original, responsabilizando erróneamente a la EPS por una negligencia que nunca existió.
- AQUI PODRÁ LEER LO ESCRITO POR EL SEÑOR DARIO TORRESEN UN POST DE SUS REDES SOCIALES: https://www.facebook.com/share/p/1HaJZqC9YB/
Este caso deja lecciones importantes tanto para los medios como para el sector salud. En primer lugar, reiteramos que el periodismo requiere contrastar fuentes, verificar hechos y actuar con responsabilidad antes de publicar. Rectificar es una obligación, pero prevenir el error es nuestro deber fundamental.
En segundo lugar, nos sumamos a la voz del señor Torres en un llamado a la empatía médica. El acto de curar no se limita a aplicar tratamientos; exige escuchar, comprender y acompañar al paciente con humanidad. La ciencia sin ética pierde su propósito, y una decisión tomada sin sensibilidad puede tener consecuencias tan graves como un diagnóstico equivocado.
Esta historia no acusa ni generaliza. Reconoce que hay profesionales entregados y sistemas que funcionan, pero también recuerda que una sola actitud desconsiderada puede arruinar una experiencia digna y segura para un paciente.
Invitamos al cuerpo médico a no perder de vista esa vocación esencial que los inspira: sanar con conocimiento, pero también con compasión.




