Vacuna ARNm en jaque: cancelan 22 contratos claves por supuestos riesgos

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El 5 de agosto de 2025, el Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., anunció la cancelación y reducción de contrato de 22 proyectos de desarrollo de vacunas de ARNm gestionados por BARDA (la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado). Estos proyectos, valorados en casi US $500 millones, comprendían vacunas contra enfermedades respiratorias como la COVID-19, la gripe estacional y la gripe aviar. Algunos contratos cercanos a su etapa final se permitirán completar; sin embargo, ya no se iniciarán nuevos proyectos ni se otorgarán nuevas licitaciones relacionadas con ARNm.

Justificación controvertida y reacción científica

Kennedy justificó esta decisión afirmando que los datos disponibles indican que las vacunas ARNm “no protegen eficazmente contra infecciones respiratorias como COVID y gripe” y que presentaban más riesgos que beneficios. Desde su perspectiva, era necesario redirigir los recursos hacia vacunas “más seguras y amplias” capaces de mantener eficacia frente a mutaciones virales.

Expertos del ámbito sanitario han criticado con dureza estas afirmaciones. Rick Bright, exdirector de BARDA, sostuvo que «desinvertir en ARNm nos priva de una de las herramientas más rápidas para contener la próxima pandemia». Michael Osterholm, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, lo calificó como “la decisión de salud pública más peligrosa que jamás haya visto” y advirtió que podría costar vidas.

De hecho, la comunidad científica recuerda que las vacunas ARNm salvan millones de vidas —unas cifras estimadas en cerca de 20 millones durante la pandemia— y ofrecen una plataforma adaptable y rápida, clave para responder frente a nuevas variantes y emergencias sanitarias.

Impacto global y alineamiento con otras tendencias

El recorte se inscribe en una tendencia más amplia de reducción de inversiones en salud y ciencia por parte del actual gobierno, incluyendo recortes significativos a NIH, CDC y programas internacionales de vacunas. Esta reorientación ha generado alarma entre organizaciones globales y defensores de políticas sanitarias basadas en evidencia.


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