Real Cundinamarca estuvo a minutos de una hazaña que habría quedado grabada en la historia del club. El equipo capitalino derrotó 2-1 al Deportivo Pereira en el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Colombia, igualando la serie 5-5 en el global. Sin embargo, el sueño terminó desde el punto penal, donde los dirigidos por Juan David Niño cayeron 4-3 en una tanda marcada por la tensión y los nervios.
El conjunto bogotano salió decidido desde el primer minuto, empujado por su gente y por el discurso valiente de su joven estratega. El plan de Niño fue claro: asfixiar al rival en salida y golpear con velocidad. A los 40 minutos, Jayder Asprilla Moreno rompió el hielo desde el punto penal, y encendió la ilusión en las gradas. Luego, al minuto 82, Arney Rocha marcó el segundo, igualando la serie global y llevando la eliminatoria a su punto máximo de dramatismo.
Real Cundinamarca fue superior en muchos pasajes del partido. Controló el mediocampo, generó peligro por las bandas y defendió con orden hasta donde las piernas aguantaron. Incluso, jugó con uno menos desde el minuto 74 por la expulsión de Shean Paul Barbosa Gómez, sin que eso afectara su actitud. El equipo luchó cada pelota como si fuera la última, encarnando el estilo combativo que Juan David Niño ha inculcado desde su llegada.
La tanda de penales, no obstante, fue esquiva. Dos fallos en momentos clave marcaron la diferencia. Aunque Juan José Rubiano Falla y Steven Moreno Vásquez anotaron con categoría, otros cobradores no lograron superar al arquero rival, Salvador Ichazo, quien fue figura para el Pereira. En contraste, el equipo matecaña no erró casi ningún cobro, sellando su paso a los cuartos de final con efectividad quirúrgica.
A pesar del resultado adverso, el desempeño de Real Cundinamarca fue aplaudido por su afición. “Hoy ganamos en dignidad, carácter y fútbol. Quedamos eliminados, sí, pero lo hicimos dejando el alma”, declaró Juan David Niño en rueda de prensa. El entrenador destacó el crecimiento colectivo de su plantel y aseguró que este partido deja enseñanzas valiosas para el proceso que lidera en el equipo capitalino.
Real Cundinamarca, que llegó a esta instancia como un rival «modesto» frente a un histórico del fútbol colombiano, demostró que la distancia entre nombres y realidades se acorta cuando hay convicción. Jugadores como Jayder Asprilla, Arney Rocha y William Dávila brillaron con luz propia, mostrando que el proyecto del club tiene bases sólidas para el futuro cercano.
Aunque la eliminación duele, en el camerino no hubo rostros cabizbajos, sino miradas de orgullo. Real Cundinamarca se va de la Copa, pero con un triunfo en el corazón y un mensaje claro para el país: este equipo no es un relleno, es una propuesta seria, liderada por un técnico que cree en el juego, el trabajo y el talento joven. Volverán. Y más fuertes.




