El joven Rafael Reyes -que después sería el famoso general y presidente de la república-, fue llevado a estudiar a un colegio de Tunja, hacia 1862, con doce años de edad.
Allí lo recibieron sus compañeros con burlas y golpes, por tratarse de un provinciano -era oriundo de Santa Rosa de Viterbo- y ante semejantes afrentas, no tuvo inconveniente en tomar un ladrillo que encontró a la mano y descargarlo con furia juvenil sobre la cabeza del líder, gracias a lo cual fue desde entonces mirado con respeto y «quedé dominando a mis compañeros» en sus palabras.
Texto: Anécdotas y curiosidades de Colombia, Hollman M. – Myriam R; pág.80.
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