QUINCENARIO EN LAS LAJAS

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La ciudad de Ipiales vivió, durante quince días, una de sus celebraciones más significativas, el Quincenario en honor a la Virgen de Las Lajas. Bajo la guía del obispo José Saúl Grisales Grisales, la Iglesia Católica presentó un balance altamente positivo que refleja la magnitud espiritual y social de esta conmemoración.

Desde la apertura de las festividades, el Santuario de Las Lajas fue el epicentro de una intensa actividad litúrgica. Eucaristías, peregrinaciones, procesiones y actos de oración congregaron a miles de fieles, muchos de ellos provenientes de distintas regiones del país y del exterior. El fervor popular reafirmó la profunda devoción que esta advocación mariana despierta en el corazón de los creyentes.

La historia de la Virgen de Las Lajas, cuya aparición en el siglo XVIII marcó un hito espiritual en la región, sigue viva en la memoria colectiva. El Santuario, construido en medio del cañón del río Guáitara, se convierte cada año en el destino de miles de peregrinos que llegan a agradecer, pedir o simplemente contemplar su majestuosidad.

Más allá del componente religioso, el Quincenario se consolida como un evento que dinamiza múltiples sectores. La llegada masiva de visitantes impulsó la economía local de forma notable. Hoteles, restaurantes, comercios y transportes experimentaron una notable reactivación. La gastronomía nariñense también tuvo un papel protagónico, con platos típicos que deleitaron a propios y extraños.

En palabras de Monseñor Grisales, este evento “no solo fortalece la fe, sino que también proyecta la identidad cultural de Ipiales ante el mundo”. Y es que el Santuario no es solo un lugar de culto, sino también un símbolo patrimonial que une a comunidades de Colombia, Ecuador y otras partes del continente.

El turismo religioso en Las Lajas ha ganado fuerza como uno de los más importantes del país. Las imágenes de peregrinos atravesando largas distancias para llegar al Santuario evidencian que la espiritualidad sigue siendo un motor de encuentro y transformación.

Asimismo, la festividad dejó un mensaje de unidad y esperanza. Familias enteras participaron de las celebraciones, jóvenes se integraron a grupos parroquiales, y muchos visitantes se llevaron la experiencia como un momento de renovación personal y comunitaria.


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