El 31 de agosto marcó el inicio del tradicional Quincenario en honor a la Virgen de las Lajas en el Santuario de Ipiales, Nariño, una de las celebraciones más significativas del calendario mariano colombiano. La festividad se extenderá hasta el 17 de septiembre y congrega, como cada año, a miles de fieles de Colombia, Ecuador y otras naciones.
Bajo el liderazgo de Monseñor José Saúl Grisales, obispo de la Diócesis de Ipiales, la invitación está abierta a creyentes, turistas y comunidades vecinas para vivir este tiempo de oración, reflexión y encuentro espiritual. Las actividades incluyen eucaristías, procesiones, vigilias, actos culturales y presentaciones musicales.
El Santuario de las Lajas, enclavado en el cañón del río Guáitara, es no solo una joya arquitectónica reconocida mundialmente, sino también un punto de referencia espiritual y cultural. Su historia, ligada a la aparición de la Virgen María, lo convierte en un símbolo de consuelo y fe para miles de devotos.
Durante el Quincenario, delegaciones de parroquias de Nariño y del sur del Ecuador recorren caminos en romería hasta llegar al Santuario, expresando una fe viva que une fronteras. El fervor de estas peregrinaciones resalta el carácter integrador de la Virgen de las Lajas.
Más allá de lo religioso, este evento se convierte en una plataforma de intercambio cultural. Las calles de Ipiales se llenan de color, danzas, sabores típicos y muestras artísticas que reflejan la diversidad de la región. Comerciantes y emprendedores locales encuentran en estas fechas una oportunidad clave para el impulso económico.
La Alcaldía de Ipiales, como ya es tradición, participa activamente en las jornadas vespertinas, ratificando su compromiso con la religiosidad popular y la preservación de las tradiciones. El acto diario de “bajada” al Santuario es un homenaje cargado de simbolismo institucional.
El Quincenario en honor a la Virgen de las Lajas es más que una celebración religiosa: es una manifestación de identidad regional, un espacio de unidad y un motor de integración fronteriza. En cada plegaria y cada canto, se renuevan la esperanza y el sentido de comunidad.
Esta conmemoración no solo fortalece las raíces espirituales de la comunidad, sino que también fomenta el diálogo intercultural y la solidaridad entre las personas. A través de la convivencia, la música, la gastronomía y las tradiciones compartidas.




