En medio de la escalada bélica con Israel, Irán aún conserva aliados estratégicos, aunque su red de apoyo internacional es cada vez más limitada y condicionada. Durante años, Teherán ha articulado el llamado “eje de resistencia”, compuesto por grupos armados como Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen y milicias chiíes en Irak y Siria. Aunque muchos de ellos son catalogados como organizaciones terroristas por Occidente, han sido piezas clave en el enfrentamiento indirecto con Israel.
A nivel global, Irán ha mantenido vínculos con regímenes que comparten posturas antiestadounidenses, como el gobierno de Bashar al-Assad en Siria, el de Vladimir Putin en Rusia y el de Nicolás Maduro en Venezuela. No obstante, estas relaciones han estado marcadas por la conveniencia más que por un compromiso firme, y su apoyo concreto en un conflicto abierto con Israel podría ser limitado.
En este contexto, Irán se enfrenta al aislamiento diplomático creciente, confiando principalmente en sus redes regionales de milicias y en su capacidad de resistencia interna, mientras sus alianzas globales observan con cautela el desarrollo de la crisis.




