El ciudadano chino Zhi Dong Zhang, de 38 años y conocido mundialmente como el “rey del fentanilo”, fue entregado a la justicia de Estados Unidos el jueves 23 de octubre de 2025, tras una compleja operación diplomática y judicial que involucró a México, Cuba y Washington. Zhang es señalado como una de las figuras más importantes dentro de la red global de tráfico de drogas sintéticas y lavado de dinero que abastece a los principales cárteles mexicanos, en especial al Cártel de Sinaloa y al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El poderoso narcotraficante, que utilizó más de 20 alias en tres idiomas, entre ellos “HeHe”, “Nelson Mandela” y “Brother Wang”, había sido capturado en octubre de 2024 en Ciudad de México, pero logró fugarse de su arresto domiciliario en julio de 2025, lo que provocó un escándalo judicial en México. Veinte días después de su fuga, fue recapturado en Cuba y, tras semanas de negociación entre ambos países, fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentará múltiples cargos por narcotráfico, lavado de dinero y colaboración con organizaciones criminales.
Expertos consultados por Deutsche Welle (DW) señalan que la concesión de prisión domiciliaria a un personaje de tan alto perfil fue una decisión judicial incomprensible y evidencia un posible caso de corrupción en el sistema judicial mexicano. Según Samuel González, exjefe de la Unidad de Delincuencia Organizada de la PGR, la fuga de Zhang representó “una vergüenza internacional” y cuestionó la capacidad de las instituciones para enfrentar al crimen transnacional. En la misma línea, Yadira Gálvez Salvador, profesora de la UNAM, aseguró que su escape fue “un escándalo que demuestra la debilidad del Estado frente a figuras del narcotráfico con recursos e influencia”.
Pero ¿quién es exactamente este hombre apodado “Brother Wang”?
Zhi Dong Zhang nació en Pekín y se convirtió en el principal intermediario financiero y logístico del tráfico de fentanilo entre China y México. De acuerdo con Victoria Dittmar, investigadora de InSight Crime, Zhang “era una pieza clave en el engranaje que conectaba a los proveedores chinos de precursores químicos con los laboratorios mexicanos de producción de fentanilo”. Su papel era actuar como bróker, un intermediario que garantizaba el flujo de los insumos necesarios para fabricar drogas sintéticas, al tiempo que lavaba millones de dólares a través de empresas fachada.
Según las investigaciones, “Brother Wang” habría lavado al menos 20 millones de dólares mediante unas 100 compañías fantasma distribuidas en varios continentes. Estas empresas, que simulaban actividades legales de importación y exportación, servían para justificar la compra de precursores químicos usados en la elaboración del fentanilo, la droga sintética más letal y lucrativa del mercado global.
El caso también pone el foco en China, país que es señalado como el principal origen de los químicos base para la producción de drogas sintéticas. Los precios bajos, la magnitud de su industria química y la capacidad para evadir controles internacionales han convertido a ese país en un punto neurálgico del narcotráfico global. Sin embargo, Dittmar aclara que operar dentro de ese entorno no es sencillo: se requiere dominio del idioma, contactos locales y una fachada empresarial creíble, capacidades que Zhang dominaba a la perfección.
Su perfil discreto, su apariencia empresarial legítima y su habilidad financiera lo hacían casi indetectable para las autoridades. Por ello, su captura es considerada un golpe importante para las estructuras criminales internacionales, ya que figuras como él son mucho más difíciles de reemplazar que los productores o distribuidores de drogas.
Gálvez Salvador subraya que Zhang no solo aportaba conocimiento técnico y económico, sino que también mantenía nexos con dos cárteles rivales, lo que lo convertía en un actor estratégico dentro del mundo criminal. Su capacidad para moverse entre ambos bandos sin ser eliminado demuestra su poder y valor dentro del sistema del narcotráfico global.
La detención y extradición de “Brother Wang” representa, por tanto, una victoria judicial significativa para Estados Unidos y para la cooperación internacional contra el fentanilo, aunque también revela las profundas grietas institucionales de México en la lucha contra el crimen organizado.
Se espera que en territorio estadounidense Zhang enfrente cargos por tráfico internacional de drogas, lavado de activos y conspiración criminal, y que su proceso judicial permita revelar nuevas conexiones entre las mafias asiáticas y los cárteles latinoamericanos.
Su historia, sin embargo, apenas comienza a escribirse ante los tribunales estadounidenses. Para las autoridades, el llamado “rey del fentanilo” simboliza el nuevo rostro del narcotráfico global: un criminal sofisticado, políglota, con fachada legal y redes que se extienden por todo el planeta.




