Las piscinas públicas pueden parecer limpias a simple vista, pero esconden riesgos si no se mantienen con estrictos controles sanitarios.
Estudios han detectado la presencia de bacterias como E. coli y residuos de orina, sudor y productos cosméticos, incluso en piscinas con niveles adecuados de cloro.
La higiene depende de la frecuencia de limpieza, la calidad del agua y, sobre todo, del comportamiento de los bañistas. Ducharse antes de entrar y evitar nadar si se tiene alguna infección son medidas clave para mantener estos espacios seguros.