En Shanghái, un museo alberga más de 70.000 artefactos en honor a un solo hombre: Qian Xuesen, conocido como «el científico del pueblo». Considerado el padre del programa espacial y de misiles de China, su legado ha sido fundamental para el desarrollo tecnológico y militar del país.
Qian fue una figura clave en la creación de los cohetes que permitieron a China lanzar su primer satélite al espacio. Sus conocimientos también fueron decisivos en la fabricación de misiles que hoy forman parte del arsenal nuclear chino.
Venerado como un héroe nacional, su historia es también un recordatorio de los riesgos de marginar el talento. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos lo deportó bajo sospechas infundadas de simpatías comunistas. Irónicamente, esa decisión lo llevó a convertirse en una de las mentes más influyentes en el ascenso de China como superpotencia científica y militar.




