En el barrio Villa Magdalena de la comuna 9 de Neiva, un rincón de la ciudad conocido por sus desafíos sociales y su constante agobio por la delincuencia, surge un destello de esperanza a través del trabajo incansable de la Fundación Pura Vida.
Esta organización, fundada hace una década por los hermanos Óscar y Juan Calderón, se ha convertido en un faro de luz en medio de la adversidad y han logrado transformar vidas y enfrentar desafíos es una historia digna de ser contada.
Los primeros Pasos
La historia de la Fundación Pura Vida comienza en marzo de 2014, cuando Óscar Fernando Calderón, junto con Pavel Tomás, un europeo de origen polaco, decide crear una organización enfocada en mejorar las condiciones de vida en comunidades marginadas. Inicialmente, la fundación recibió el respaldo del Ministerio del Interior, el PNUD y diversas autoridades locales, lo que permitió establecer los primeros cimientos de su labor.
«Al principio, nuestro objetivo era abordar la problemática ambiental y social que afecta a la orilla del río Magdalena», explica Óscar.
Al llegar a Villa Magdalena, un sector de la Comuna 9, encontró un paisaje desgarrador: basurales improvisados y un entorno descuidado. Sin embargo, su visión era clara: transformar este lugar en un espacio seguro y productivo para la comunidad.

Batalla por la confianza
La entrada de la Fundación Pura Vida en la comunidad no fue fácil. A pesar de su intención de generar un cambio positivo, Óscar junto a su hermano y su equipo se enfrentaron a la resistencia de algunos miembros de la comunidad.
«Tuvimos que demostrarles que no estábamos aquí para hacernos notar, sino para contribuir de manera real y significativa», dijo Pura Vida como muchos lo conocen.
A través de la perseverancia y el diálogo, lograron ganarse el respeto de la comunidad. El trabajo con los jóvenes fue especialmente desafiante.
«El sector tiene problemas graves, como microtráfico y violencia. Pero también tiene mucho potencial», afirma Óscar.
La fundación comenzó a trabajar con estudiantes de la Universidad Surcolombiana y otras instituciones para implementar una educación popular, que enfatiza el aprendizaje mutuo y la participación activa de la comunidad.
Transformando vidas
La Fundación Pura Vida se ha enfocado en varios frentes para mejorar la vida de los residentes. Desde la creación de espacios educativos y artísticos hasta la implementación de proyectos de seguridad alimentaria, su impacto ha sido significativo.
«Los niños que vienen a nuestras clases han mostrado avances en lectura, escritura, arte, pintura, teatro y danza», señala Óscar con orgullo.
Además, la fundación ha desarrollado proyectos de aprovechamiento del tiempo libre, proporcionando a los jóvenes alternativas constructivas frente a la tentación de la delincuencia. Sin embargo, no todo ha sido sencillo. La falta de recursos gubernamentales ha sido una barrera constante. «Estamos operando prácticamente con lo que tenemos», dice Óscar. «La mayoría de nuestro capital humano está formado por estudiantes y practicantes que colaboran de forma desinteresada.»
Retos y triunfos
Uno de los grandes retos de la Fundación Pura Vida fue el fracaso de un proyecto de unidades productivas, los raspados, que no logró despegar debido a problemas logísticos y culturales.
«El proyecto no alcanzó el éxito esperado, pero aprendimos mucho en el proceso», explica Óscar. A pesar de los obstáculos, la fundación sigue buscando oportunidades para generar empleo y sostener sus iniciativas.
Juan Pablo Calderón Mosquera, hermano de Óscar y actual representante legal de la fundación, se unió al proyecto hace seis años. Proveniente del mundo financiero, Juan encontró en la fundación una forma de aplicar su experiencia en un entorno de transformación social. «Me uní al proyecto porque creí en la misión y la visión de mi hermano», comenta Juan. «Nuestra meta es hacer que la Fundación Pura Vida sea un referente a nivel nacional e internacional.»

Proyecciones
La Fundación Pura Vida sigue adelante con grandes planes para el futuro. Además de consolidar sus proyectos en la Comuna 9, están trabajando en la expansión de su modelo a otras regiones y en la obtención de recursos internacionales. «Queremos seguir apoyando a madres cabezas de hogar y jóvenes a través de capacitaciones y becas», dice Juan.
Sin embargo, el apoyo gubernamental sigue siendo una necesidad urgente. «Hacemos un llamado a las autoridades locales y departamentales para que no dejen en el olvido a las organizaciones que trabajan por el bien común», enfatiza Óscar. «Es crucial que el Estado colabore con estas iniciativas, ya que tienen un impacto social significativo y contribuyen a la educación y transformación de las comunidades.»
