Este fin de semana, Estados Unidos vivió una jornada histórica que podría marcar un antes y un después en su lucha contra la militarización del poder político y el autoritarismo. Bajo el lema “No Kings” (Sin Reyes), millones de ciudadanos se movilizaron en cerca de 2,000 protestas distribuidas en más de 1,500 ciudades, desafiando un espectáculo militar que muchos calificaron de ostentoso, costoso y peligroso para la democracia.
La protesta no fue casual. Coincidió con el 250º aniversario del Ejército estadounidense y el 79º cumpleaños del presidente Donald Trump, quien encabezó en Washington un desfile militar que desplegó tanques, helicópteros y miles de soldados, una imagen que recordó a las demostraciones de poder típicas de regímenes como Rusia o China. Sin embargo, la lluvia y la escasa asistencia opacaron el evento, mientras en las calles se escuchaban consignas que rechazaban la deriva autoritaria y la politización de las Fuerzas Armadas.
📣 Las calles de EE. UU. gritan fuerte: no al autoritarismo, no a los abusos, no a los reyes.
— Factor 4 (@Factor4_GT) June 14, 2025
🇺🇸 #QuéEstáPasando en #EEUU | Hoy, millones de personas marchan en más de 2,000 ciudades de EE. UU. bajo el lema #NoKings, en rechazo a lo que consideran una peligrosa deriva… pic.twitter.com/hwlCVd3laV
El movimiento “No Kings” nació como una respuesta directa a esta exhibición de fuerza. Sus organizadores denunciaron con firmeza el autoritarismo, las políticas que favorecen a los multimillonarios y la creciente militarización de la democracia estadounidense. En lugar de concentrar a los manifestantes en la capital para evitar confrontaciones violentas, optaron por una estrategia descentralizada que llevó la protesta desde las grandes urbes hasta las comunidades rurales, reflejando la diversidad y el alcance del descontento social.
A pesar de que la mayoría de las movilizaciones transcurrieron pacíficamente, la tensión estuvo latente. En ciudades como Los Ángeles, donde la presencia militar se intensificó para reprimir protestas migratorias, se registraron algunos incidentes y detenciones. Organizaciones históricas como la ACLU y grupos antirracistas respaldaron estas manifestaciones, que evidenciaron nuevas alianzas entre movimientos sociales que ven en la coyuntura actual una amenaza real a los avances en igualdad y justicia.
El contraste entre el desfile y las protestas fue más que simbólico. Mientras Trump intentaba proyectar una imagen de líder fuerte con un gasto de hasta 45 millones de dólares en un contexto de recortes sociales y tensiones raciales, millones de estadounidenses expresaban en las calles su rechazo a un modelo que perciben como autoritario y excluyente. Una encuesta reveló que seis de cada diez ciudadanos consideraron el desfile un despilfarro, y las organizaciones sociales aprovecharon para contraprogramar con sus propias manifestaciones.
The sheer numbers out in Chicago right now protesting Trump 👀 #nokings pic.twitter.com/Y3T1LHxbWr
— Our Revolution (@OurRevolution) June 14, 2025
Para los participantes de “No Kings”, la exhibición militar fue una declaración de fuerza intimidatoria, un mensaje claro contra la disidencia interna en un país que históricamente ha evitado este tipo de demostraciones en su territorio. Pero la respuesta ciudadana fue contundente: la sociedad civil estadounidense sigue firme en su compromiso de defender sus derechos y rechazar cualquier intento de gobernar por encima de la ley y la voluntad popular.
En un momento de polarización extrema, represión y desafíos sociales, “No Kings” se presenta como la mayor protesta de la “segunda era Trump” y un punto de inflexión en la resistencia civil. Las voces que resonaron en las calles no solo denunciaron la militarización y el autoritarismo, sino que también reclamaron un modelo democrático inclusivo, justo y respetuoso de las libertades civiles.




