PROSTITUCIÓN Y MICROTRÁFICO

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Los residentes de los barrios El Cortijo y Santa Librada, en la localidad de Usme, viven una creciente preocupación por el deterioro de la seguridad en sus calles. A diario, enfrentan hurtos, amenazas, tráfico de drogas y ahora también casos de prostitución, que según afirman, se están volviendo cada vez más visibles en las zonas residenciales.

La comunidad denuncia una ausencia alarmante de control por parte de las autoridades, lo que ha permitido que varios delitos se normalicen. «Aquí la inseguridad ya es parte del paisaje. Los vecinos tenemos miedo de salir en las noches, y cada vez vemos más jóvenes involucrados en situaciones peligrosas», comentó un residente de Santa Librada.

Uno de los puntos más críticos está en el barrio El Cortijo, donde los vecinos aseguran que varias viviendas han sido tomadas por redes de microtráfico. Las casas, que antes eran de familias del sector, hoy sirven según los testimonios, como puntos de distribución de sustancias psicoactivas. “Es fácil ver a personas entrando y saliendo a toda hora, en motos, a pie. Se nota que están vendiendo droga y nadie hace nada”, afirmó un habitante que prefirió no ser identificado.

Estas actividades ilegales han incrementado los robos, las riñas y la presencia de personas extrañas en el vecindario, generando un ambiente de inseguridad permanente.

A la par del microtráfico, los vecinos denuncian que la prostitución también se ha instalado en el sector, especialmente en calles cercanas a las principales vías del barrio. “Ya ni los niños pueden jugar tranquilos. Hay mujeres ejerciendo la prostitución en plena vía pública y nadie las controla. Esto está desbordado”, expresó una madre de familia.

La comunidad teme que estos factores atraigan aún más violencia y descomposición social, afectando especialmente a los menores y adolescentes que viven en la zona.

Tanto en El Cortijo como en Santa Librada, los habitantes exigen una intervención inmediata por parte de la Alcaldía Local de Usme, la Secretaría de Seguridad y la Policía Metropolitana de Bogotá. Piden patrullajes constantes, desarticulación de redes criminales, control sobre viviendas sospechosas y programas de prevención para jóvenes.

“No podemos seguir viviendo como si estuviéramos abandonados. Las autoridades deben actuar con decisión y proteger a las familias que aún creemos en este territorio”, manifestó una líder comunitaria.

Pese al temor, algunos vecinos están comenzando a organizarse para crear frentes de seguridad vecinal, realizar jornadas de limpieza y convocar reuniones con entidades distritales para hacer visibles sus reclamos.

Mientras tanto, la comunidad insiste en que la seguridad debe volver a ser una prioridad real, y que no se puede permitir que El Cortijo y Santa Librada caigan aún más en el olvido.


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