Durante su visita a la capital huilense, Rodríguez Amaya afirmó que uno de los principales objetivos de Prosperidad Social es garantizar una renta básica a los adultos mayores en situación de pobreza y vulnerabilidad. Según el funcionario, con el Pilar Solidario el Gobierno Nacional busca reconocer y dignificar a quienes han trabajado toda una vida y hoy enfrentan la vejez con carencias extremas.
Una meta ambiciosa
El anuncio genera expectativa, pero también despierta críticas. La intención de incluir a 1,4 millones de adultos mayores en un esquema de apoyo económico estable suena loable; sin embargo, la gran pregunta sigue siendo la financiación. El déficit fiscal y las limitaciones presupuestales del país no ofrecen un panorama alentador. ¿De dónde saldrán los recursos? ¿Existe un plan sólido de sostenibilidad o se trata de un discurso que busca ganar simpatía política? Rodríguez Amaya, pese a las declaraciones, no ofreció cifras claras ni proyecciones verificables.
Mientras tanto, miles de abuelos en el Huila y en todo el país esperan soluciones inmediatas a problemas urgentes: alimentación diaria, acceso a la salud y un mínimo de dignidad. El Pilar Solidario, sin reglas claras ni respaldo presupuestal concreto, corre el riesgo de convertirse en otra promesa política que no se materializa.
Esperanza y desconfianza
La visita del director dejó más interrogantes que certezas. Aunque el discurso oficial resalta la justicia social, la ausencia de detalles técnicos alimenta la percepción de improvisación. Los adultos mayores no necesitan anuncios rimbombantes, sino políticas sostenibles que les permitan vivir con tranquilidad. La duda es si el Gobierno tiene cómo cumplir lo que hoy promete con tanto entusiasmo.



