La vereda Sinaí, en el corregimiento de Regueros de Pitalito, fue el escenario de un acto público que buscó marcar un hito en la vida comunitaria: la socialización del proyecto de construcción de una cancha sintética. El anuncio estuvo acompañado por la Federación Nacional de Cafeteros, con presencia de su líder Edna Yolima Calderón Ome, junto al alcalde Yider Luna Joven y la Secretaría de Infraestructura.
Con bombos y platillos se informó que el proyecto tendrá una inversión total de $291 millones, de los cuales $50 millones provienen de la Federación de Cafeteros y $241 millones de recursos propios del municipio. La cancha no solo beneficiará a la vereda Sinaí, sino también a Santa Rosa, prometiendo ser un espacio de encuentro para jóvenes, niños y familias enteras.
Sin embargo, la noticia no estuvo exenta de polémica. Para algunos líderes comunitarios, el entusiasmo no debe opacar la discusión sobre prioridades en la zona rural. Mientras la administración local celebra el avance deportivo, hay voces que recuerdan que en Sinaí y en varias veredas vecinas las necesidades más urgentes siguen siendo el mejoramiento de vías, el acceso a agua potable y la atención en salud.
Inversión
Los críticos señalan que destinar casi 300 millones de pesos a un escenario deportivo, aunque positivo en términos de convivencia y formación, contrasta con la falta de soluciones en aspectos básicos de la vida rural. La inversión, dicen, termina siendo más política que social, pues “una cancha es más visible que una tubería enterrada”.
El acompañamiento de la Federación de Cafeteros también despierta comentarios. Si bien la organización ha apoyado proyectos comunitarios en el Huila, el aporte de $50 millones resulta reducido frente al grueso de la inversión que corre por cuenta del municipio. Esto abre el debate sobre el verdadero compromiso de la Federación con el bienestar integral de las comunidades cafeteras, que esperan respaldo no solo en escenarios recreativos, sino también en infraestructura productiva y apoyo económico para enfrentar las crisis del sector.
El alcalde Luna, por su parte, defendió la obra como parte de una visión integral de desarrollo que incluye deporte, cultura y convivencia ciudadana. “No se trata de escoger entre una cancha o una vía, sino de avanzar en todas las áreas que fortalecen el tejido social”, afirmó.
En medio del entusiasmo de algunos y la inconformidad de otros, lo cierto es que la cancha sintética de la vereda Sinaí se convierte en símbolo de un dilema recurrente: la tensión entre lo que las comunidades necesitan y lo que la administración considera prioritario mostrar.
