El Congreso de la República no alcanzó a votar el monto del Presupuesto General de la Nación (PGN) para 2026 dentro de los plazos establecidos, por lo que la cifra inicial presentada por el Ejecutivo —$557 billones de pesos— queda vigente y la responsabilidad de ajustar el gasto puede recaer en el Gobierno por vía administrativa o decretos. La decisión se produjo entre acusaciones de falta de convocatoria, ausencia de quórum en sesiones clave y un pulso político entre la coalición de gobierno y las bancadas de oposición.
Qué sucedió (cronología y hechos comprobados)
- El Gobierno nacional, en el marco del trámite del Presupuesto 2026, presentó un proyecto con un monto total de $557 billones de pesos como base para la discusión en el Congreso.
- El ministro de Hacienda, Germán Ávila, llegó a ofrecer un ajuste sobre esa cifra: una reducción aproximada de $10 billones y “moderaciones” a propuestas de reforma tributaria como gesto para lograr consensos legislativos.
- Pese a esas señales, las comisiones y las plenarias no llegaron a sesionar o no lograron quórum en las fechas límite fijadas para votar el monto total; por tanto, el trámite quedó inconcluso dentro del periodo legal de discusión. Al vencerse el plazo sin votación, el proyecto permanece con la cifra inicial presentada por el Ejecutivo.
- Varios medios y analistas señalan que el episodio repite tensiones previas entre el Ejecutivo y el Legislativo sobre las grandes leyes económicas del mandato actual, y abre un escenario en el que el Gobierno podría ejercer facultades administrativas para fijar o ajustar el PGN si el Congreso no lo hace. Sin embargo, el alcance y la vía precisa (decreto vs. nueva convocatoria) son objeto de debate jurídico y político.
Por qué es importante (impacto fiscal y político)
- Incógnita sobre el control del gasto: dejar la cifra sin modificar devuelve al Ejecutivo gran capacidad para definir prioridades mediante actos administrativos, lo que preocupa a sectores que exigen mayor control y debate parlamentario sobre el gasto público.
- Riesgo para las finanzas públicas: analistas advierten que el PGN propuesto contiene rubros y “costos ocultos” que podrían tensionar las cuentas fiscales si no se ajustan mediante recortes o ingresos adicionales. La falta de debate incrementa la incertidumbre sobre déficit y sostenibilidad de la deuda.
- Costo político para el Gobierno: la incapacidad de conseguir el aval del Congreso para las grandes líneas del plan de gasto debilita la capacidad negociadora del Ejecutivo y puede afectar la agenda legislativa y electoral de 2026.
Reacciones políticas (síntesis)
- Desde el Gobierno se interpretó la situación como un fracaso para el diálogo parlamentario, pero el equipo económico presentó la reducción de $10 billones como muestra de voluntad para acuerdos.
- Bancadas opositoras y algunos analistas denunciaron tácticas de “no citación” o maniobras para forzar la situación, mientras que otros parlamentarios señalaron problemas organizativos y falta de liderazgo en la mesa directiva para convocar debates decisivos.
¿Qué opciones quedan sobre la mesa? (cenarios probables)
- El Gobierno establece el PGN por decreto o mediante actos administrativos dentro de los márgenes que le permite la ley en ausencia de votación: algunos expertos sostienen que es una posibilidad si el Congreso no reabre el debate; otros advierten que la vía es jurídica y políticamente riesgosa.
- Nueva convocatoria o acuerdo exprés en el Congreso: si cambian las condiciones políticas o hay presiones públicas, las comisiones podrían reabrir discusión y votar un monto modificado antes de que se consolide cualquier decreto.
- Dejar la cifra tal cual y ejecutar con ajustes sectoriales: el Ejecutivo podría mantener la cifra pero reprogramar partidas internas, lo que tendría efectos sobre inversión pública y transferencias a regiones.
Riesgos y variables a vigilar
- Déficit y calificaciones de riesgo: sin recortes o fuentes adicionales de ingreso, aumenta el riesgo de desequilibrios fiscales que podrían impactar la calificación crediticia y el costo de la deuda.
- Presión social y territorial: si el ajuste repercute en inversión social o programas territoriales, podrían aparecer protestas o demandas regionales. (Contexto: tensiones entre Ejecutivo y sectores rurales — ver cronología de eventos políticos recientes en las regiones).
- Efecto sobre la reforma tributaria: la negociación presupuestal está ligada a la reforma tributaria que el Gobierno espera tramitar; la falta de acuerdo reduce las probabilidades de que entren cambios estructurales en materia de ingresos.
Datos clave (bullet points)
- Monto presentado por el Gobierno para el PGN 2026: $557 billones de pesos.
- Oferta del Gobierno de reducir el monto: $10 billones (ofrecidos por el ministro Germán Ávila).
- Motivo práctico de la paralización: falta de citación y/o quórum en sesiones clave dentro del plazo legal.
- Consecuencia inmediata: el proyecto queda con la cifra inicial y la definición de ajustes puede recaer en el Ejecutivo si el Legislativo no lo reafirma.
Conclusión (para editor)
La decisión del Congreso de no votar el PGN 2026 coloca al país frente a un dilema técnico-jurídico y político: o el Legislativo recupera el protagonismo y reabre la discusión para introducir ajustes y consensos, o el Ejecutivo asume una responsabilidad ampliada para fijar el gasto, lo que puede profundizar la polarización y generar dudas sobre la transparencia y control parlamentario del presupuesto. En cualquiera de los escenarios, la economía y la programación de inversión pública para 2026 quedarán supeditadas a la rapidez y al modo en que se resuelva ese impasse.




