Presión inflacionaria en Colombia revierte las expectativas del Banco de la República

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Bogotá, 22 de noviembre de 2025 La economía colombiana enfrenta un nuevo desafío macroeconómico: la inflación ha repuntado más de lo esperado, lo que obliga al Banco de la República a mantener una postura cauta en su política monetaria mientras trata de no sofocar el crecimiento.
Según el último informe de política monetaria del banco central, publicado en octubre de 2025, los precios aumentaron durante el tercer trimestre y superaron las proyecciones internas, evidenciando que las presiones inflacionarias persisten.

El organismo estimó que la inflación para finales de este año se ubicará en torno al 5,1 %, aunque proyecta una moderación gradual hacia 3,6 % en diciembre de 2026.
Banco de la República
Este repunte inflacionario se recoge también en datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que reportó para octubre una tasa acumulada anual de 5,51 %.

Según un análisis de BBVA Research, la aceleración inflacionaria obedece, en buena parte, a la subida de precios regulados (como energía y agua) y a bienes no alimentarios, además de un leve repunte en la inflación de salarios.

La combinación de un aumento de la inflación con la recuperación de la demanda interna ha generado un dilema para los responsables de la política monetaria: por un lado, un endurecimiento excesivo podría ralentizar la actividad económica; por otro, una reducción prematura de las tasas podría desencadenar un nuevo ciclo inflacionario. En ese sentido, el Banco de la República ha decidido mantener una política restrictiva, aunque sin cambios abruptos, para favorecer una estabilización gradual de los precios.

Desde la perspectiva del mercado, se espera que las tasas de interés permanezcan altas durante los próximos meses. Analistas señalan que el riesgo de un aumento en las expectativas de inflación podría obligar al banco central a recalibrar su política si no se ve un enfriamiento sostenido en los precios. Además, la incertidumbre política que rodea al país en un año preelectoral añade un componente adicional de volatilidad para los inversionistas extranjeros y locales.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), tras una evaluación reciente con Colombia, identificó justamente este riesgo: afirmó que la inflación podría mantenerse elevada si no se acompaña de una consolidación fiscal y una política monetaria prudente.

El informe planteó que, aunque las reservas externas se mantienen suficientes, el déficit fiscal y la deuda pública están aumentando, lo que podría erosionar la confianza de los mercados si no se actúa con disciplina.
En el ámbito social, las familias colombianas ya sienten el impacto: los aumentos en la canasta básica, especialmente en servicios públicos regulados, encarecen el costo de vida. Sectores vulnerables (rural, poblaciones informales) son los más expuestos, pues su poder adquisitivo se ve más erosionado. A este escenario se suma la reciente reforma tributaria propuesta por el gobierno, que podría generar aún más fricción si los impuestos afectan el gasto familiar justo cuando los precios ya presionan.
Para muchos economistas, el panorama exige un equilibrio complejo: lograr que la inflación descienda sin sacrificar el crecimiento ni aumentar el desempleo. En ese propósito, la comunicación entre el Banco de la República, el Ministerio de Hacienda y el Ejecutivo será clave para restablecer una hoja de ruta creíble para los agentes económicos y sociales.


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