La crisis humanitaria de las desapariciones en Colombia encuentra en Buenaventura uno de sus rostros más dolorosos. La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) confirmó que el distrito portuario es la segunda ciudad con mayor número de reportes de desaparecidos en el Valle del Cauca, una realidad que se conecta con décadas de conflicto armado, violencia urbana y disputas territoriales.
Impacto
De acuerdo con Andrés Salazar, coordinador general de la UBPD, la ciudad hace parte del Plan Regional de Búsqueda Pacífico Medio, que también incluye a Guapi, López de Micay y Timbiquí. Este plan es uno de los más grandes en el suroccidente del país, junto con el denominado Área Metropolitana, que abarca Jamundí, Cali, Palmira, Florida y Pradera. Ambas zonas concentran el mayor número de personas desaparecidas en la región, lo que las convierte en puntos prioritarios dentro de la estrategia nacional de búsqueda.
Trabajo
La labor de la UBPD en el Distrito y sus alrededores se desarrolla en un marco estrictamente humanitario y extrajudicial. Sus equipos trabajan en la recolección de información, entrevistas a familiares y búsquedas en lugares de posible disposición de cuerpos. El objetivo, en palabras de Salazar, es “brindar verdad y alivio a las víctimas, garantizando el derecho a saber de quienes han perdido a sus seres amados”. Esta tarea implica un esfuerzo coordinado entre antropólogos forenses, asistentes técnicos y topógrafos, quienes no solo enfrentan las huellas de la violencia, sino también la complejidad de los territorios. En Buenaventura, los manglares y esteros han sido utilizados como sitios de ocultamiento y disposición de cuerpos, lo que exige un conocimiento profundo del ecosistema para poder avanzar.
Apoyo
La UBPD ha resaltado el papel fundamental de las comunidades locales en el proceso. “El equipo ha trabajado mucho con el conocimiento ancestral de los moradores del área, quienes nos han indicado cómo se mueven las mareas, cuándo es seguro ingresar a los esteros y cuándo no”, explicó Salazar. Esa interacción entre saberes tradicionales y metodologías científicas ha permitido avanzar en un escenario particularmente adverso. Sin embargo, la complejidad del terreno no es el único obstáculo. La persistencia de grupos armados y la débil presencia institucional dificultan no solo la búsqueda, sino también las garantías de no repetición.
