Miguel Ángel Díaz Sotelo, de 50 años, había terminado de trabajar, por lo que volvió a su casa y se recostó. Horas más tarde, se levantó y junto a dos trabajadores y a su hijo César, quien conducía el auto, pasó a buscar a su hija Carina. Le iba a pagar a sus empleados, por eso llevaba la plata encima, según cuentan sus familiares. “Apenas mi hermana cerró la puerta del auto, dos personas apuntaron en la ventana y les exigieron bajar con la amenaza de pegarles un tiro. Mi papá arrojó su celular al piso y aprovechó el momento en que el delincuente, que estaba armado, se agachó para tirársele encima. Empezaron a forcejear mientras el otro se subía al VW Virtus blanco», relató Luz, hija del occiso.
«Carina volvió al auto y lo golpeó, rasguñó, desde atrás, a uno de los ladrones. Mi hermano la ayudó. Mi papá se preocupó cuando escuchó que el auto estaba en marcha con ellos adentro. Casi lo chocan y el delincuente que había quedado afuera se levantó del piso, le disparó a mi papá en el abdomen y se fugó, con su cómplice, en el auto que abandonaron y quemaron a 10 a cuadras del hecho”, reafirmo Luz.
Policías de la Comisaría 2da. de Florencio Varela lograron identificar a los delincuentes gracias a la cámara de seguridad que captó el hecho. A raíz de ello se hicieron varios allanamientos. Uno de ellos en la casa de un joven identificado como Franco D., donde los oficiales pudieron constatar que sus familiares habían baldeado la entrada para borrar rastros de sangre. La policía determinó también que esas heridas debieron ser consecuencia del forcejeo del ladrón con la víctima. Franco D., de todas, formas, no pudo ser detenido y se encuentra prófugo. Estuvo detenido en septiembre de este año por el delito de «robo agravado por el uso de arma de fuego». Sin embargo, recuperó la libertad en octubre. Sería vecino del barrio, algunos familiares de la víctima «lo tienen de vista».
