Bogotá, conocida como “la nevera” en todo el país, está haciendo honor a ese apodo por estos días. Y aunque algunos matizan el asunto diciendo que se le dice “nevera” porque provee a todos, lo cierto es que en las últimas semanas los habitantes de la capital han sentido con especial crudeza el frío, especialmente durante las noches y madrugadas, con temperaturas mínimas que oscilan entre 6.8 °C y 11 °C.
Aunque los registros parezcan normales para esta época del año y no constituyen un evento extremo, la sensación térmica se ha visto impactada por factores adicionales, según explica el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Una de las principales causas reportadas por la teniente coronel Carolina Rueda, jefa de la Oficina de Pronósticos y Alertas del Ideam, es el incremento en la intensidad de los vientos característicos de julio y agosto, que contribuyen a la disminución aparente de la temperatura. Esta condición, combinada con cielos nublados y frecuentes lloviznas, ha generado una sensación térmica que puede ser hasta dos grados menor que la temperatura real.
Contrario a percepciones erróneas difundidas en redes sociales, el Ideam desmintió la existencia de una “ola polar” que afecte a Bogotá o a otras regiones del país relacionada con frentes fríos que impactan a países australes como Argentina y Chile. Los fenómenos meteorológicos que afectan a estas regiones se encuentran a cientos de kilómetros y su influencia directa es prácticamente nula en el clima bogotano.
Otro factor relevante para la baja sensación térmica es la ausencia de nubosidad durante las mañanas, que facilita un rápido enfriamiento de la superficie. Estos días soleados, pero con noches despejadas, propician que las temperaturas bajen considerablemente al no retener el calor acumulado durante el día, haciendo que las primeras horas del día sean especialmente frías.
Además, el IDEAM monitorea fenómenos meteorológicos como las ondas del este, que afectan el clima en el centro del país generando contrastes de frío y lluvias en diferentes regiones. Aunque no se ha declarado oficialmente la llegada del fenómeno de La Niña, existen indicios de enfriamiento en el océano Pacífico que podrían estar incidiendo en las condiciones atmosféricas.
Respecto a la duración de esta temporada fría, se espera que la ciudad comience a registrar un aumento gradual de las lluvias a partir de la segunda y tercera semana de septiembre, lo que podría modificar los patrones térmicos actuales. Esto coincide con la segunda temporada de lluvias habitual en la capital, que tiende a mitigar las bajas temperaturas nocturnas.




