Mientras en las calles de Popayán y las zonas rurales del Cauca crecen las necesidades básicas insatisfechas, los recursos públicos asignados para atenderlas permanecen estancados. La baja ejecución presupuestal se ha convertido en un símbolo del desgobierno y la falta de dirección que hoy afecta a la región.
Según los informes más recientes de entes de control y análisis de expertos, tanto la Alcaldía de Popayán como la Gobernación del Cauca muestran niveles alarmantemente bajos en el cumplimiento de sus presupuestos. En algunos sectores críticos como salud, agua potable, vías terciarias y educación rural, la ejecución apenas roza el 25% a pocos meses de cerrar el año fiscal.
Lejos de tratarse de una falta de recursos, los reportes evidencian que los dineros están asignados, pero no se invierten. La causa: falta de liderazgo, problemas de planificación, trabas administrativas y, en algunos casos, desinterés por gestionar las obras que la ciudadanía exige.
“Lo que estamos viendo es una desconexión total entre quienes gobiernan y la realidad del pueblo. No hay voluntad ni capacidad para transformar el presupuesto en bienestar”, expresó Diana Cruz, integrante de una veeduría ciudadana en el norte del Cauca.
Los efectos de esta parálisis administrativa son tangibles: escuelas sin mantenimiento, centros de salud sin dotación, vías destruidas, proyectos de seguridad alimentaria sin ejecutar, y comunidades enteras que siguen esperando promesas incumplidas.
Organizaciones sociales, líderes comunitarios y académicos han alzado la voz exigiendo cambios urgentes en la manera como se gestiona lo público. Algunos ya hablan de una crisis institucional silenciosa que amenaza con profundizar la pobreza y la violencia en el departamento.
A medida que se acercan nuevas fechas clave para la ejecución presupuestal, la presión ciudadana crece. Pero si no se toman decisiones inmediatas, Popayán y el Cauca podrían cerrar otro año más con recursos en caja… y el pueblo en el olvido.




