En una noche marcada por la fe y la esperanza, habitantes de Popayán se reunieron en un emotivo acto de oración colectiva para pedir por la paz del Cauca y de Colombia entera. Convocados por el Comité Municipal de Libertad Religiosa, líderes cristianos, representantes de distintas iglesias y ciudadanos de todas las edades alzaron una sola voz al cielo, clamando por el fin de la violencia, el respeto por la vida y la reconciliación de una región que por años ha sufrido las consecuencias del conflicto.
El encuentro, que tuvo lugar en un espacio abierto de la ciudad, se convirtió en un símbolo de unidad espiritual. Bajo banderas blancas, con velas encendidas y palabras de aliento, la comunidad oró por la tranquilidad de los hogares, por los jóvenes que sueñan con un país diferente, por las familias golpeadas por la violencia y por las autoridades, para que actúen con justicia y sabiduría. En medio de cantos, testimonios y reflexiones, se destacó la necesidad de sembrar paz desde el corazón de cada ciudadano, inspirados por los principios de amor, perdón y compromiso colectivo.
Durante la jornada, los líderes del Comité Municipal de Libertad Religiosa recordaron que estos espacios no solo tienen valor simbólico, sino que representan una expresión firme de resistencia ante la desesperanza. “No podemos normalizar el miedo. Orar también es actuar, es confiar en que la fe puede mover a una sociedad a cambiar”, expresó uno de los organizadores del evento. Para muchos, esta reunión fue también una forma de honrar a quienes han perdido la vida en medio del conflicto y reafirmar que el futuro puede construirse desde el respeto, la empatía y la espiritualidad.
El mensaje central que se repitió durante la noche fue claro y poderoso: que renazcan los sueños en cada rincón del Cauca, que la vida se imponga sobre la muerte y que la esperanza venza al dolor. Esta convocatoria fue también un llamado a la acción, a no quedarse de brazos cruzados ante la realidad que afecta a tantos territorios del sur del país. En palabras de los asistentes, la oración fue apenas el primer paso; lo que sigue es multiplicar los gestos de unidad y paz desde cada comunidad.
Popayán cerró la noche con una certeza compartida: que cuando el pueblo se une desde la fe, no hay fuerza que lo divida. Que esta plegaria colectiva sea solo el inicio de un proceso más amplio, donde la paz deje de ser un deseo y se convierta en una realidad viva en las calles, los campos y los corazones del Cauca.




