La comunidad del barrio Álamos Norte, en Neiva, vive con frustración la situación del polideportivo del sector. Según Jorge Enrique López, presidente de la Junta de Acción Comunal, el espacio deportivo permanece en condiciones deplorables, con tribunas deterioradas, una cancha sin mantenimiento y torres de iluminación bloqueadas por los árboles, lo que deja en penumbras las noches de actividad.
A pesar de las promesas reiteradas de instalar una cubierta que brinde protección a deportistas y espectadores, el proyecto sigue estancado. “Promesas y solamente promesas, pero nada se ejecuta”, advierte López, quien recalca que el barrio merece un escenario digno y seguro para el uso comunitario.
Vías
El malestar también se centra en la calle 50, una vía de alto tráfico que, pese a las intervenciones periódicas, vuelve a deteriorarse a los pocos días. López denuncia que los arreglos carecen de rigor técnico y se realizan con materiales de baja calidad, incapaces de resistir las lluvias o la circulación constante de buses y colectivos.
En contraste, resalta la pavimentación de la calle 51 en concreto rígido, “macizo y garantizado”, como ejemplo de lo que debería replicarse en la 50. Sin embargo, acusa que los recursos se diluyen en reparcheos mediocres que se convierten en un círculo de gasto sin resultados.
Inseguridad
A las falencias en infraestructura se suma un problema creciente: la inseguridad. Los vecinos aseguran que la delincuencia común se ha tomado las calles, afectando la tranquilidad de las familias. “Necesitamos más apoyo policial, más presencia en el sector. La comunidad se siente desprotegida”, insiste el líder comunal.
Los hurtos a residencias, atracos a transeúntes y la intimidación en zonas poco iluminadas refuerzan la sensación de abandono estatal. La comunidad reclama acciones urgentes que vayan más allá de operativos esporádicos.
Cansados de esperar
El panorama refleja una constante: proyectos anunciados, intervenciones improvisadas y falta de soluciones estructurales. Para los habitantes de Álamos Norte, el polideportivo es un símbolo del incumplimiento oficial, mientras la calle 50 es la evidencia de obras hechas para salir del paso.
López recalca que la administración local está próxima a finalizar su mandato y aún no hay respuestas claras. “Ya se acaba el tiempo y seguimos igual: sin cubierta, con la caseta comunal deteriorada y con vías en ruina”, concluyó.
El llamado es contundente: los habitantes no piden favores, exigen respeto y cumplimiento. El barrio Álamos Norte quiere dejar de ser noticia por el abandono y convertirse en ejemplo de gestión y dignidad urbana.



