En Magui Payan, un inesperado giro del destino sorprendió a tres jóvenes mujeres cuando un hombre, con movimientos rápidos y mirada esquiva, les arrebató sus teléfonos móviles en pleno amanecer. Lo que parecía una mañana tranquila se convirtió en una escena digna de una película policiaca.
El protagonista de esta historia no es un desconocido en su pueblo. Se trata de Jerferson Danilo Quiñonez, un hombre de 31 años, criado entre las minas de la región, donde aprendió a buscar oro desde pequeño. Sin embargo, esta vez no buscaba metales preciosos, sino presas fáciles.
Relatos
Según relatan las víctimas, tres mujeres jóvenes —una auxiliar de enfermería, una estudiante y una trabajadora social— transitaban tranquilamente por una vía cercana a la estación de Policía, cuando fueron sorprendidas por Quiñonez, quien sin mediar palabra las abordó y, aprovechando su fuerza, les arrebató los celulares antes de desaparecer entre las calles del barrio La Esmeralda.
Desesperadas, las mujeres corrieron hacia la estación más cercana, gritando por ayuda. Los uniformados, alertas ante los gritos, iniciaron de inmediato una persecución que terminó solo unos metros adelante, cuando lograron alcanzar al sospechoso. Al realizarle un registro, encontraron en el bolsillo derecho de su pantaloneta los tres teléfonos móviles robados. No tuvo tiempo ni de esconderlos.
Del oro al hurto
La escena causó revuelo entre los habitantes del sector. Algunos lo reconocieron de inmediato. “¡Ese es Jerferson, el minero!”, exclamó una mujer desde su ventana. Otros no podían creer que aquel hombre, que alguna vez trabajó honestamente extrayendo oro en las quebradas de la región, ahora se dedicara al hurto.
Los agentes de policía, actuando bajo el procedimiento establecido, le informaron sus derechos como persona capturada y procedieron a conducirlo a la Fiscalía para ser puesto a disposición por el delito de hurto calificado y agravado.
El caso ha generado indignación en la comunidad. Las víctimas, visiblemente afectadas, lamentaron no solo la pérdida de sus pertenencias, sino también la sensación de inseguridad creciente en la zona. “Una ya no puede caminar tranquila ni siquiera de día. ¡Y lo peor es que esto fue casi al lado de la estación de policía!”, dijo una de las afectadas. Jerferson, que hasta hace poco era considerado un hombre reservado y trabajador, ahora enfrenta una investigación judicial que podría dejarlo varios años tras las rejas.
