Presunta celebración de fin de año para servidores públicos.
Un fuerte debate se ha desatado en el municipio de Flandes luego de que se anunciara una inversión de 36 millones de pesos para la celebración de fin de año destinada a los servidores públicos locales. La noticia ha generado indignación en la comunidad, especialmente entre quienes consideran que estos recursos podrían destinarse a iniciativas más urgentes y de impacto social en beneficio de los sectores más vulnerables.
Entre las voces críticas destaca la del concejal Pedro Leal, quien expresó su rechazo tajante a lo que considera un gasto innecesario y desmedido. «En Flandes hay plata para todos, menos para nuestros abuelos de la tercera edad», afirmó. En un llamado a la austeridad y a la sensibilidad social, Leal propuso que las festividades sean modestas y que cada servidor público aporte voluntariamente para un mercado de fin de año destinado a las personas de escasos recursos del municipio.
propuestas
La indignación no se limita al ámbito político. Líderes comunitarios y ciudadanos de Flandes han utilizado las redes sociales para expresar su rechazo al gasto. «Tienen su sueldo mensual, la prima de fin de año, y ahora también quieren que les celebren una rumba. ¡No sean descarados, zánganos!», comentó un ciudadano en una publicación viral.
La propuesta de realizar una celebración más sencilla, financiada por aportes individuales de los funcionarios, ha ganado tracción entre los habitantes. «No se trata de privarlos de celebrar, pero sí de priorizar. Hay personas en Flandes que no tienen cómo llevar un plato de comida a la mesa en estas fechas. ¿No sería mejor usar ese dinero para ayudarlos?
El gasto de 36 millones de pesos ha puesto en evidencia las tensiones sobre el manejo de los recursos públicos en Flandes. Según líderes locales, el municipio enfrenta múltiples carencias, desde deficiencias en infraestructura hasta necesidades insatisfechas en programas sociales.
El concejal Pedro Leal fue más allá al señalar que Flandes «pasa a la historia» por decisiones como esta, que priorizan el gasto superfluo sobre las necesidades urgentes de la comunidad. «Es un insulto a nuestros abuelos, a los niños y a las familias que apenas sobreviven», expresó, destacando que el municipio requiere una administración más responsable y comprometida con los sectores desfavorecidos.
El debate ha abierto una discusión más amplia sobre la ética y la sensibilidad de los servidores públicos frente a las necesidades de la población. Los críticos coinciden en que, en un municipio con tantos desafíos, las prioridades deberían enfocarse en acciones solidarias y sostenibles que impacten positivamente a los más necesitados.




