En la vereda San Rafael del municipio de Saladoblanco, un nuevo hecho de intolerancia terminó en tragedia. En la tarde del pasado viernes, Eduard Alexander Amaro, un ciudadano venezolano de 31 años, fue asesinado de dos disparos en la cabeza tras cobrar una deuda de apenas $20.000. El crimen ha conmocionado a los habitantes de la zona rural, que no salen del asombro por el nivel de violencia desatado por una suma tan baja.
Amaro, quien trabajaba en oficios varios en una finca del sector, sostenía una vida humilde y solitaria en Colombia. Soltero y residente en la misma vereda donde fue asesinado, se había ganado la confianza de la comunidad por su carácter servicial. Sin embargo, ese viernes, un simple reclamo económico le costó la vida.
El cobro mortal
Según testigos, el crimen se originó cuando Eduard cobró el dinero que le había prestado días atrás a un conocido. La conversación se tornó tensa, pero no pasó a mayores en ese momento. El deudor, molesto por el reclamo, se marchó del lugar. Minutos después, regresó acompañado por otro hombre y, sin pronunciar palabra, le disparó con un arma de fuego tipo revólver. Dos impactos en la cabeza acabaron con la vida del trabajador.
El ataque ocurrió en una cochera de la finca conocida como “la del señor Alzate”, donde Eduard solía realizar labores diarias. El crimen fue tan rápido como brutal.
Captura inmediata
La reacción de la comunidad fue inmediata. Al escuchar los disparos, dieron aviso a la Policía, que acudió al lugar con rapidez. Gracias a la información de los vecinos, los presuntos responsables fueron ubicados y capturados pocos minutos después. Las autoridades lograron incautar el arma homicida y pusieron a los detenidos a disposición del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía.
Hasta el cierre de la edición de ayer sábado, no se reveló la identidad de los agresores, pero se confirmó que ambos enfrentarán cargos por homicidio agravado y porte ilegal de armas.
Familia destrozada
El crimen dejó devastados a los pocos familiares de Eduard en Colombia. Su hermana, quien también vive en Saladoblanco, se encargó de identificar el cuerpo. Mientras tanto, su madre, residente en Barquisimeto, Venezuela, enfrenta la dolorosa decisión de si repatriar los restos de su hijo o permitir que sea sepultado en suelo huilense.
Vecinos y conocidos de la víctima exigen que se haga justicia. “No puede ser que por $20 mil maten a alguien así. Esto duele y asusta”, expresó un habitante de la vereda.
Este caso, como muchos otros en el país, vuelve a poner sobre la mesa los altos niveles de intolerancia social y el fácil acceso a las armas de fuego en zonas rurales. La comunidad, atónita, pide mayor presencia estatal y acompañamiento psicológico para enfrentar el trauma de presenciar un asesinato a sangre fría por una deuda mínima.



