En el Caribe colombiano, específicamente en Nueva Venecia, un pintoresco pueblo palafítico sobre la Ciénaga Grande de Santa Marta, la comunidad enfrenta una grave amenaza ambiental: la invasión de la planta acuática Hydrilla verticillata, originaria de Asia. Esta especie se ha propagado rápidamente, bloqueando vías fluviales, afectando la pesca local —principal actividad económica— y alterando el ecosistema. La planta consume oxígeno y densifica el agua, desplazando fauna nativa y agravando problemas de salud pública debido al estancamiento del agua y la proliferación de enfermedades como el dengue.
La Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) ha iniciado un piloto de remoción mecánica, pero la falta de estudios y reconocimiento oficial de la hydrilla como especie invasora en Colombia complica la respuesta institucional. Mientras tanto, los habitantes, abandonados por el Estado, recurren a medidas manuales para abrir caminos y mantener su estilo de vida, pese a condiciones precarias como la falta de servicios básicos. La comunidad teme ahora ser desplazada no por la violencia, como ocurrió en el pasado, sino por una planta.
La expansión de la hydrilla verticillata se ha favorecido por el ingreso de agua dulce contaminada a través del caño Aguas Negras. Aunque su aparición en Colombia ya había sido documentada en 1988, su establecimiento en la Ciénaga Grande es un fenómeno reciente que preocupa a expertos y autoridades.
En respuesta a esta crisis, el gobierno ha declarado la calamidad pública en la región y ha implementado medidas de control, incluyendo la remoción mecánica y manual de la planta. Sin embargo, la efectividad de estas acciones aún está por determinarse, y la comunidad continúa enfrentando desafíos significativos para preservar su modo de vida y el equilibrio ecológico de la Ciénaga Grande.

