Pisa se fue del estadio Diego Armando Maradona con la frente en alto tras un apretado 3-2 frente al Napoli, en un duelo donde luchó hasta el último minuto. Los goles de M’Bala Nzola al minuto 60 desde el punto penal y de Lorran Lucas al 90 mantuvieron viva la esperanza de la remontada, aunque finalmente no alcanzó para sumar. La entrega y el empuje del equipo visitante fueron reconocidos incluso por la afición local.
El cuadro toscano generó 15 remates, apenas tres menos que el Napoli, lo que evidencia su capacidad ofensiva a pesar de tener menos la pelota. Además, igualó al rival en disparos directos al arco con seis intentos cada uno, mostrando efectividad para aprovechar las pocas oportunidades que pudo elaborar en campo contrario.
La posesión fue un aspecto donde Pisa cedió terreno con un 36% frente al 64% de Napoli, pero supo administrar cada momento con inteligencia. En total, acumuló 330 pases, con un 80% de precisión, lo que le permitió mantener cierto orden cuando recuperaba el balón y lanzarse con velocidad hacia el ataque.
El esfuerzo físico también fue parte de su propuesta. Pisa cometió 18 faltas y recibió dos tarjetas amarillas, reflejo de un planteamiento combativo y de la necesidad de detener a un rival que buscaba constantemente abrir espacios. Esa intensidad fue clave para mantener el marcador cerrado hasta los instantes finales.
En jugadas a balón parado, Pisa consiguió tres tiros de esquina frente a los cinco de Napoli. Aunque el número fue menor, cada pelota quieta representó una amenaza, especialmente en el cierre del partido, cuando el equipo visitante apretó con todo en busca del empate.
Un momento destacado del encuentro fue el ingreso de Juan Guillermo Cuadrado, quien le aportó frescura y desequilibrio por las bandas en los minutos finales. El colombiano participó activamente en la ofensiva y contribuyó a que el equipo terminara el partido volcado al ataque, generando la jugada previa al gol de Lorran Lucas.
El 3-2 final refleja un Pisa competitivo que, pese a las estadísticas en contra, nunca renunció a pelear. La reacción en el segundo tiempo, el aporte de figuras como Cuadrado y la capacidad de generar peligro con menor posesión son señales positivas para un club que demostró personalidad frente a uno de los grandes de la Serie A.




