En medio de una escalada de tensiones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos, el presidente colombiano Gustavo Petro lanzó un desafío público al secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, con palabras duras y simbólicas: “Si me quiere poner la pijama naranja, inténtelo, pero este pueblo no se le arrodilla”.
Contexto de la crisis
La declaración se da en un momento particularmente delicado en las relaciones bilaterales. Petro ha sido objeto de acusaciones por parte de algunos sectores de Estados Unidos, que lo señalan de tener vínculos con el narcotráfico y de hacer una política blanda frente a las drogas. Por su parte, el gobierno colombiano denuncia injerencia política de Washington en asuntos internos, acusando a figuras estadounidenses como Rubio de promover una campaña contra él.
Además, el presidente ha afirmado que varios dirigentes políticos colombianos —entre ellos los alcaldes Alejandro Eder (Cali) y Federico Gutiérrez (Medellín), la precandidata presidencial Vicky Dávila y el excanciller Álvaro Leyva— viajaron a Estados Unidos con el propósito de contactar a Rubio para construir una narrativa en torno a supuestos vínculos suyos con mafias. Según Petro, el objetivo de esos acercamientos sería teñir su imagen ante la Casa Blanca y facilitar medidas legales en su contra.
Mensaje simbólico del “jaguar”
Durante su intervención, Petro no solo lanzó la referencia a la «pijama naranja» (asociada simbólicamente a la prisión), sino que utilizó metáforas para recalcar su fuerza política y su rechazo a someterse: “aquí hay un jaguar a punto de despertar”, advirtió, subrayando que su gobierno y su pueblo no se dobla frente a lo que considera amenazas externas.
Con esta frase, Petro busca proyectar una imagen de resistencia y soberanía: no solo rechaza individualmente la posibilidad de una condena o encarcelamiento, sino que interpreta la presión diplomática como una forma de chantaje político y una amenaza a la independencia nacional.
Acusaciones sobre narcotráfico y descertificación
El trasfondo de la disputa también incluye la descertificación de Colombia por parte de EE. UU. en la lucha antidrogas, un tema que ha sido central en las críticas de Petro hacia Washington. Según él, la verdadera fuente del narcotráfico no es solamente la producción colombiana sino el alto consumo de cocaína y fentanilo en Estados Unidos, junto con políticas prohibicionistas contraproducentes.
Petro también ha señalado que el poder político en Estados Unidos ha sido influenciado por personas cercanas a los paramilitares, lo que, según él, compromete la credibilidad de las acusaciones que se le lanzan desde el país norteamericano.
Implicaciones políticas internas
Más allá del choque diplomático, las palabras de Petro también tienen una dimensión interna: el presidente advierte sobre las elecciones presidenciales de 2026. En su discurso, sugiere que lo que está en juego no solo es su persona, sino la dirección que tomará el país: ¿volver a una “gobernanza paramilitar” o seguir avanzando hacia una Colombia más autónoma, bajo su proyecto?
Para Petro, la confrontación con Rubio y con EE. UU. no es solo un enfrentamiento personal, sino una batalla simbólica por la soberanía nacional y por demostrar que su gobierno no está dispuesto a plegarse a presiones externas.




