
El presidente colombiano fija su postura: se vuelca incondicional al régimen de Beijing sin tener en cuenta las consecuencias que podría padecer su propia nación en el porvenir
Con el resto de menos de un año por delante como presidente de Colombia, Gustavo Petro pretende ejecutar una de las mayores hipotecas que podría sufrir el país en los años -¿décadas?- por venir. Embriagado en ideología, el jefe de Estado busca llevar al límite su vínculo histórico con Estados Unidos. Para ello cierra acuerdos y defiende su lazo carnal con el régimen de Xi Jinping.
Es -además de una torpeza de dimensiones amazónicas- una lastimadura que tardará mucho tiempo en sanar, ya cuando Petro y su “legado” hayan desaparecido por completo. China, que pretende pisar cada vez más fuerte en América Latina con promesas de obras e inversiones faraónicas, siquiera representa para Colombia un socio natural y la estrechez del vínculo podría definir no sólo la relación con Washington, sino también con otros países que ven diariamente cómo Beijing pretende socavarlos: Japón, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán, Filipinas.
Al haber firmado alegremente su adhesión a la Nueva Ruta de la Seda Petro también podría poner en riesgo el comercio con esos países y con las naciones que se sienten amenazadas por el régimen comunista. Entre otras obras monumentales, el presidente colombiano le ofreció al autócrata Xi Jinping crear una red ferroviaria bioceánica para competir con el Canal de Panamá, creyéndolo una afrenta directa hacia los Estados Unidos.

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Esta “visión” geopolítica de Petro -defensor o negacionista del Cartel de los Soles y sancionado por Estados Unidos por sus presuntos vínculos con el narcotráfico- carece de simpatía entre los colombianos, pero sobre todo entre altos funcionarios que, en diálogo discreto con Infobae, cuentan sus dolores de cabeza por estos caprichos globales de su jefe. “Preferimos una relación balanceada con Estados Unidos y con China, con ambos. No es: uno u otro”, dicen dos jerarcas tanto de la cancillería como de su círculo cercano. “Esto nos sale muy caro, muy caro”, se quejan.
Al formalizar acuerdos que vinculan de forma tan directa su futuro financiero con el régimen, los colombianos podrían perder el respaldo de otras fuentes financieras y ver bloqueado el acceso a nuevas oportunidades económicas. China no representa ni política ni económicamente el socio preferido en la región, lo que refuerza la necesidad de cautela en la toma de decisiones estratégicas. ¿Podría alguien decir que Petro es una persona cautelosa?

