El perro no es consciente de que el conductor necesita estar atento a la carretera. Por eso, si no está sujeto por algún tipo de cinturón de seguridad, puede tratar de interactuar con el conductor o puede obstaculizar los elementos mecánicos del vehículo, como los pedales, el volante o los cambios de marcha. Con el aumento del riesgo de accidente que eso supone.
Es decir, que un perro que viaja en el coche sin ningún tipo de cinturón o arnés de seguridad no sólo supone un riesgo para la propia seguridad del animal… sino también la nuestra, la del resto de pasajeros del vehículo y la del resto de usuarios de la vía. Además de arriesgarnos a la correspondiente multa.
¿Cuál es la forma más segura de sujetarle?
En caso de accidente, la vida del animal y la del resto de ocupantes del vehículo estaría en peligro mortal. Tengamos en cuenta que -en caso de colisión- un perro de 22 kilos multiplicaría su peso por 35… lo que supone un lastre de hasta 700 kilos volando a toda velocidad por el interior del habitáculo, según los datos facilitados por RACE, que el año 2020 realizó una series de pruebas de choque con varios maniquíes de perros de diferentes tamaños y a diferentes velocidades.
De acuerdo con los resultados de las “crash-test” de RACE, de todos los sistemas de retención que se comercializan en el mercado, el transportín es el método más seguro para viajar en el coche con un perro… por encima de otros como los arneses o las rejillas divisorias. Si la mascota es pequeña (menos de 20 kilos), colocaremos el transportín en el suelo, detrás de los asientos delanteros. Nunca debe colocarse sobre el asiento sujeto por un cinturón de seguridad ya que, en caso de accidente, el transportín destrozará el sistema de sujeción del cinturón… con todo lo que eso supone. Y si el animal es más grande, lo más seguro -tanto para él como para los pasajeros del coche- es que coloquemos el transportín en el maletero, lo más cerca posible del respaldo y de manera trasversal a la dirección de marcha.




