Un sacerdote a pesar de tener denuncias por abuso sexual en contra de un seminarista de Villavicencio y mal manejo de dineros, no ha sido expulsado de la Iglesia.
Los indicios
Un seminarista, después de presentar comportamientos atípicos, le contó a una trabajadora social del seminario, que, en su niñez, entre los nueve y los once años de edad, él y uno de sus primos fueron abusados sexualmente por su tío, el sacerdote José Edermey Bernal Fajardo, oriundo del municipio de Algeciras en el Huila.
El 13 de junio de 2019, un joven contó que había sido sujeto de abuso sexual por parte de una sacerdote de la parroquia de su localidad. Con base en esa denuncia, el arzobispo Óscar Urbina ordenó una investigación al Tribunal Eclesiástico. Para tal fin delegó al padre Hernando Olaya y a Ricardo Calderón Sánchez, quien además es uno de los sacerdotes involucrados en la denuncia de un hombre que dice haber sido abusado sexualmente e inducido a la prostitución por 38 sacerdotes, como lo cuenta el libro Este es el cordero de Dios.
El origen
Bernal Fajardo nació en Algeciras, Huila, en 1969. Es sacerdote desde 1997, su primera parroquia fue Reina de la Paz, en el barrio La Vega de Villavicencio, y la segunda en Jesús de la Buena Esperanza, en el barrio Montecarlo, donde tuvo inconvenientes con ‘algunas personas que le presentaron quejas a monseñor’, dijo ante el Tribunal, agregando que en esa parroquia un joven lo había acusado «de haber cometido actos inmorales con él». También fue capellán de las Fuerzas Militares.
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A pesar de estos abusos, y después de una confesión en donde narra con detalles los perjurios que cometió con menores, el arzobispo Misael Vacca perdonó al religioso y lo nombró vicario parroquial en San Isidro Labrador, en Guamal.
Pie de foto: Misael Vacca, representante de la iglesia.