Durante la instalación del Congreso el pasado 20 de julio, el presidente Gustavo Petro reiteró su compromiso con la descarbonización y la defensa del medio ambiente, haciendo duras críticas a los sectores extractivos tradicionales, especialmente al carbón. El mandatario aseguró que el 60% de las exportaciones del mineral, efectuadas por compañías como Cerrejón y Glencore, van a Israel y se usan para elaborar bombas “que caen en Gaza y matan bebés”. Además, aseguró que la Drummond está implicada en el asesinato de líderes sindicales.
En este contexto, la Asociación Colombiana de Minería (ACM) respondió, señalando que por cada millón de toneladas de carbón que no se exportan, el país deja de recibir cerca de 200.000 millones de pesos, una pérdida considerable para la economía nacional.
En declaraciones recogidas por Forbes Colombia, Juan Camilo Nariño, presidente de la ACM, aseguró, además, que: “Estigmatizar injustamente la producción de carbón y las empresas que lo producen de manera legal, afecta la reputación de las compañías y de un sector fundamental para el desarrollo económico del país. Además de poner en riesgo la integridad y la seguridad de miles de personas, familias y comunidades que trabajan y dependen de la minería”.
De acuerdo con la agremiación, el carbón sigue siendo un pilar fundamental para las finanzas colombianas, representando aproximadamente el 21,5% de las exportaciones totales del país en 2024, y junto con el petróleo, suman más de la mitad de los ingresos por exportaciones. La ACM advierte que la reducción en las exportaciones de carbón podría afectar gravemente las finanzas públicas y el bienestar de regiones como La Guajira y César, donde este mineral representa un porcentaje significativo del PIB local.
A nivel internacional, la demanda mundial de carbón permanece alta debido a factores geopolíticos, incluido el conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha alterado mercados energéticos globales. Mientras Europa acelera la transición energética, países asiáticos como China y Corea del Sur continúan siendo los principales consumidores de carbón, aunque los precios ofrecidos a Colombia son considerablemente inferiores a los de otros mercados, afectando la rentabilidad del sector.
Expertos económicos sugieren que, a pesar de la importancia histórica del carbón, Colombia debe repensar su modelo exportador para garantizar desarrollo sostenible y evitar depender exclusivamente de esta fuente. La apuesta está en fortalecer la inversión en transición energética y cadenas productivas nacionales que generen valor agregado, una tarea que requiere voluntad política y consenso social.




