Paro minero obliga a trasladar ceremonia del 7 de agosto

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La historia cambió de escenario este año. Por primera vez desde que se instauró como acto conmemorativo oficial, la ceremonia del 7 de agosto fecha en la que Colombia celebra la Batalla de Boyacá y con ella el Día del Ejército Nacional no se llevará a cabo en el icónico Puente de Boyacá, cuna simbólica de la independencia. El motivo: el paro indefinido declarado por mineros del departamento, que mantienen bloqueadas varias vías principales y han generado un clima de tensión que obligó a las autoridades a modificar el protocolo habitual.

La decisión fue tomada tras una evaluación de seguridad por parte del Gobierno Nacional, que concluyó que no existían condiciones logísticas ni de movilidad para desarrollar el acto solemne en el lugar tradicional. En su lugar, la conmemoración será trasladada a Bogotá, donde el presidente Gustavo Petro encabezará el homenaje en compañía de la cúpula militar y representantes del alto gobierno.

El giro en los eventos del 7 de agosto refleja no solo la magnitud del paro minero, sino también el nivel de presión que este sector está ejerciendo sobre el Ejecutivo. Los mineros, especialmente del centro oriente de Boyacá, se mantienen en protesta desde hace días, exigiendo garantías para el desarrollo de su actividad económica, mejores condiciones laborales y respuestas claras frente a lo que consideran un abandono sistemático del Estado.

La fecha no podía ser más simbólica. Justo cuando se celebra una de las gestas más importantes de la historia republicana, en la tierra donde tuvo lugar, miles de trabajadores se levantan reclamando libertad económica y justicia social. “No es un ataque al país ni a su historia, es una manifestación del olvido al que hemos sido condenados durante años”, dijo uno de los líderes del paro.

El Gobierno, por su parte, ha insistido en que está dispuesto al diálogo, pero los voceros del movimiento aseguran que hasta ahora no se ha presentado ninguna propuesta seria ni se ha enviado una comisión con capacidad de tomar decisiones reales.

La cancelación del evento en Boyacá ha generado reacciones encontradas. Mientras algunos sectores comprenden la gravedad de la situación y respaldan la decisión por motivos de seguridad, otros la ven como un hecho lamentable que demuestra el nivel de desarticulación entre las regiones y el centro del poder.

Con los bloqueos aún activos y las mesas de diálogo suspendidas, el paro minero continúa y la incertidumbre crece. Lo que es claro es que este 7 de agosto no solo será recordado por la ausencia de ceremonia en el Puente de Boyacá, sino también por la fuerza de un movimiento que exige ser escuchado.


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